Zamora se ha acostumbrado al abandono institucional en el que se encuentra. Eso parece, al menos. Es como si el abuso hubiese pasado a formar parte del orden natural de las cosas y todos asumiésemos que así debe ser y que así será perinsaeculasaeculorumamen.

La verdad es que corren tiempos extraños y también podría ser que el olvido sea el destino al que las provincias periféricas están abocadas. Quizá, pero de lo que no hay ninguna duda es que la tibieza con que la nuestra responde a las continuas afrentas adquiere hoy tintes dramáticos porque lo que está en juego no es sólo el bienestar material sino su propia supervivencia como país. La ausencia de servicios básicos, el desmantelamiento de los que existían, la falta de infraestructuras o las graves carencias que sufre la zona rural en eso que han dado en llamar conectividad forman parte de una interminable letanía de agravios que hace emigrar a la gente y que, de no ponerle freno, acabará con muchos de nuestros pueblos.

Las graves carencias que sufre la zona rural en eso que han dado en llamar conectividad forman parte de una interminable letanía de agravios que hace emigrar a la gente y que, de no ponerle freno, acabará con muchos de nuestros pueblos

Lamentablemente, el varapalo que ha supuesto el vaciado de Ricobayo no es el primero que sufre esta provincia. En absoluto. En realidad, las cacicadas por parte de los “ hunos” y los otros son tantas que no sabría por cuál empezar, sin embargo, no es mi intención entrar en detalles. No por ahora. Tiempo habrá de desmontar falacias y exigir responsabilidades.

Lo que hoy quiero destacar es que pocos sucesos, al menos que yo recuerde, han suscitado en la provincia un consenso tan amplio como el reciente desembalse. El rechazo que ha provocado es unánime y la indignación sólo comparable al desprecio que los zamoranos sienten hacia esa empresa que dicen modélica. Se llama Iberdrola y, según leo en La Opinión de Zamora del día 13 de este mes. una jueza acaba de abrir diligencias previas por si el vaciado pudiese constituir un delito contra los recursos naturales. La compañía, no obstante, sigue defendiendo erre que erre su buen hacer en todo este embrollo. ¡Vivir para ver! … Señores de Iberdrola, ¡hasta cuándo hemos de seguir soportando su prepotencia! ¡ Hasta cuándo, su terquedad! Dejen ya de mirarse el ombligo, por favor, y admitan al menos que las cosas pudieron hacerse un poco mejor, ¿no creen ?

Es difícil que los asuntos de provincias sean motivo de conversación lejos del lugar donde se producen. En un mundo globalizado la actualidad informativa está reservada a la grandiosidad por encima de cualquier otra consideración y los asuntos domésticos no suelen llegar más allá de lo que se alcanza a ver desde el campanario de turno, sin embargo, no debiéramos resignarnos a esta realidad.

Ojalá el vaciado de Ricobayo marque un antes y un después y sea el detonante para denunciar al mundo el atropello secular que padecemos. He dicho atropello, sí, que nadie se escandalice. Con todas las letras y por más que cuente con cobertura legal. ¿ Cómo calificar sino la imposibilidad de acceder a servicios considerados esenciales? Dicen que es inevitable. Que pertenecemos a la España “vaciada”, pero no es cierto. Zamora no está vacía. Aún quedamos algunos, pocos eso sí, pero suficientes para exigir respeto.

Diputación, ayuntamientos, partidos políticos, agentes sociales, coordinadoras y plataformas de todo tipo ¡ Despierten! ¡ Salgan del letargo! Llegó el momento de pegar un puñetazo en la mesa y exigir para Zamora el mismo trato que se le da a otras provincias. Ni más ni menos. Con firmeza. Todos juntos y con respeto.