Recomiendo encarecidamente, como diría mi amigo, el profesor Antonio Lera, la lectura del libro titulado “Historias de una orquesta desafinada”, subtitulado “Relatos sobre violencia y maltrato a los ancianos”. Su autora se llama Mayte Soy Andrade, pedagoga, investigadora, doctora en Enfermería, supervisora de consultas externas en el Hospital General Universitario 12 de Octubre y profesora en la Universidad Francisco de Vitoria, una mujer dueña de una impresionante biografía en la que destacan sus conocimientos, sus múltiples facetas vocacionales, su humanidad y su enorme sensibilidad hacia el sufrimiento humano.

Cuanta gratitud debemos a nuestros mayores. Los que están en casa y los que permanecen en residencias que, a veces, son como auténticos campos de concentración, como auténticas cárceles, donde el maltrato al anciano pasa por la vejación y la violencia de palabra y de obra. Esta enfermera conoce sobradamente el maltrato físico y psicológico merced al ejercicio de su profesión. Mayte ha escrito su libro con una ternura infinita y con el deseo de aliviar las heridas que dejan los comportamientos erróneos. Heridas que en unos casos se ven y en otros se llevan en el alma. El maltrato a nuestros ancianos y, por favor, que nadie se rasgue las vestiduras porque es el pan de cada día para muchos de nuestros mayores, no puede sonar como una melodía normalizada, más bien es una extraña disonancia que desafina y que no puede dejarnos indiferentes.

Ahora más que nunca, precisamente en estos tiempos de pandemia, los servicios sociales tienen que ser más rigurosos y estar más atentos que nunca. Sin componendas, sin amiguismos. Todo lo que atañe a nuestros mayores debe llevar una supervisión escrupulosa, estricta, inflexible. Desgraciadamente, en Zamora se han contabilizado casos que a todos nos han puesto el vello de punta, casos sobre los que no se ha tardado en echar un tupido velo que no deja de ser sospechoso. No me vale una sanción administrativa. El cierre sería lo ideal.

Y si los Servicios Sociales no funcionan, porque hay que tener carácter, escrúpulos de conciencia y sensibilidad, que las administraciones busquen, para poner al frente de los mismos, a personas como la autora de estas “Historias de una orquesta desafinada”, en las que realiza un retrato fidedigno de la situación por las que atraviesan muchos centros de atención a los mayores. En lo bueno y sobre todo en lo malo que es lo punible.

Quienes merecen el aplauso unánime de la sociedad son, precisamente, nuestros mayores, los primeros contra los que arremetió ese bicho que han inoculado en nuestras vidas y que se llevó por delante a la mejor generación de españoles. ¡Va por ellos y por Mayte!