Hace falta ser miserable y tener la brújula de las percepciones averiada para decir lo que sostiene la expodemita Teresa Rodríguez, ínclita pareja del no menos ínclito, José María González “Kichi”, alcalde de Cádiz. Teresa es líder y fundadora del partido anticapitalista, “Adelante Andalucía”. Esta chica y su pareja a los que el anticapitalismo que ahora gozan les ha puesto unos cuantos kilos de más, son los adalides de la estupidez y el disparate que constantemente les disputa Irene Montero.

A esta “valiente” no se le ha ocurrido nada mejor que lanzar un polémico mensaje desde su cuenta de Twitter comparando la situación de las mujeres de España y las mujeres de Afganistán, juzgándolas como similares y añadiendo que “el odio hacia las mujeres es universal”. Su mensaje me recuerda el orgasmo metafórico de la que fuera ministra de Sanidad y ex secretaria de Organización del PSOE, Leire Pajín, al anunciar la “conjunción planetaria” que se había producido al coincidir las presidencias de Barak Obama y Rodríguez Zapatero, pero esta en negativo. La suya es una afirmación que no coincide con la realidad.

Entre su grey, todas cortadas por el mismo patrón, habrá quien se lo haya creído a pies juntillas, con las demás mujeres no cuela, más bien resulta bochornoso e insultante. Con todo lo luchado en materia de igualdad, todo lo conseguido, por mucho que no satisfaga a todas, con la libertad de que gozamos las mujeres españolas para entrar y salir, para vestirnos como nos dé la gana, para hacer de nuestra capa un sayo, en fin, para todo, ¿cómo es posible que esta chica, que anda más despistada que una burra en un berzal, se atreva a realizar semejante comparación que, como todas las comparaciones, esta es más odiosa si cabe?

Es inentendible que la Rodríguez, la Montero, la Belarra, Yolanda Díaz y demás compañeras en el disparate, el absurdo lenguaje inclusivo y la “matria”, no se hayan ido al mismísimo Kabul para convencer al talibán de que hay que dejar a la mujer afgana, lucir tal cual, utilizar bikini, minifalda, estudiar, trabajar y esas cosas que, en España, y según Rodríguez, al parecer no podemos hacer porque somos calcaditas a las afganas. Verás, hija, de momento, nadie me ha insultado, ni pedido mi encarcelamiento, ni lapidado, ni nada que se le parezca, por trabajar, por lucir escote y esas cosas que a las afganas les puede costar la vida tras su regreso al infierno.

Estas progresistas de pacotilla tienen una visión de la realidad bastante distorsionada. Con cráneos privilegiados y lumbreras de la filosofía política como Teresa Rodríguez aviadas vamos todas.