No se trata de interpretar al pie de la letra esta expresión, sino requerir que si el emérito rey ya no “pinta nada”, pues que deje tranquilo a su heredero Felipe VI para que este reine con tranquilidad.

Sin embargo, qué trabajo –más bien disgustos– le está dando su padre Juan Carlos al rey actual. Los fiscales de España, Suiza y Gran Bretaña están tras el rastro de sus presuntos delitos fiscales, de blanqueo y comisiones ilegales.

El emérito se enfrenta a asuntos de mucha gravedad. Aparecieron fondos opacos movidos en el extranjero por el rey emérito, desde su abdicación en junio de 2014 (ya sin su “inviolabilidad”). Tuvimos noticias alarmantes relativas a fundaciones y cuentas opacas de Juan Carlos I fuera de España, así como la “donación” de 100 millones de dólares que recibió del exrey de Arabia Saudí, Abdala bin Abdelaziz.

Todo ello se realizó en fechas cercanas a la concesión a España, por Arabia Saudita, de la construcción del AVE a la Meca, lo que abre más sospechas de una posible comisión. Son hechos muy graves que empañan la imagen de La Corona y la trayectoria política del exrey. Además, se sospecha que este posee grandes caudales dinerarios acumulados en varios paraísos fiscales. Y de esa fortuna donó a su ex amante Corinna Larsen 100 millones de dólares que recibió de Arabia Saudí.

Al margen de las posibles responsabilidades en los procesos judiciales del rey Juan Carlos I y de su indiscutible deterioro político y moral, se debe acabar cuanto antes su extraño “destierro”.

Y eso que todos somos iguales en la Constitución (o eso dicen…), y el emérito lo repetía cansinamente todas las Navidades. Pero por lo visto no es así; es una engañifa.

Los últimos hechos demuestran que el exrey es un felón (como apellidaban a su antepasado Fernando VII, y como Pablo Casado dice de Pésanchez). Un emérito al que le gusta meterse en negocios que le dan pingües beneficios por sus monárquicas intervenciones. Pero siempre vendiendo a España y a los españoles.

La ministra de Defensa M. Robles, aunque sí ha justificado que hay que respetar la presunción de inocencia del emérito, también ha destacado que ninguna persona está por encima de la Ley.

Sí, ministra, la respetamos como lo hacemos con todo quisqui viviente, pero cada vez el exrey Juan Carlos anda más metido en fregados de corruptelas que no se desmienten y encima se le investiga claramente por "corrupción real".

El exjefe del Estado se fue de España, hace ya un año, en una actitud indigna para no dar la cara por sus actos ante la ciudadanía. Huyó de España en mitad de la pandemia.

Ione Belarra, de Unidas Podemos, ministra de Derechos Sociales, ha criticado el escándalo tras escándalo de corrupción e impunidad del rey emérito: “Mientras algunos se empeñan en hablar de “plena normalidad democrática”, la huida de Juan Carlos I supone, a todas luces, una grave anomalía democrática en España”. Y añadió : “Unidas Podemos va a seguir trabajando para que la democracia llegue a la Jefatura del Estado y por un horizonte republicano para España, como proyecto de profundización democrática, de modernización económica y de unidad en base a una España plurinacional”.

Algunos columnistas –poco monárquicos– han calificado al rey Felipe VI de “pijo de manual, formado en una escuela españolista de línea dura”. “Es un patriota español que perfectamente podría votar Vox”, añaden otros tertulianos televisivos y radiofónicos. Y muchos media catalanes le recriminan que su padre, el emérito, nunca habría pronunciado el discurso del 3 de octubre sobre la celebración del referéndum de autodeterminación ilegal el 1 de octubre y acusara a los soberanistas de “deslealtad inadmisible hacia los poderes del Estado”.

Un cabecilla de Vox pide públicamente que el rey y el Ejército den un golpe de Estado contra el gobierno de Pésanchez”. ¿Tan difícil es?”, se ha preguntado este “voxero” en las redes sociales, un tal Raúl Marín, “irresponsable” de comunicación de la formación ultra en La Rioja.

Todos estos discursos de los “voxeros” lo que consiguen, en vez de mostrarse patriotas y españoles, es caer en el burdo patrioterismo e involucrar al rey en un ataque a la democracia y a los valores de una España plural. Debería desprenderse el rey Felipe VI de estos falsos apoyos que conllevan veneno político.

La monarquía borbónica, la iglesia católica, el CGPJ, el IBEX y el Gobierno de Pésanchez, deben aceptar que si la ciudadanía española no puede controlar parlamentariamente las decisiones del "poder ", no se puede llamar a eso autogobierno del pueblo ni plenamente ser una democracia parlamentaria moderna. Y así nos va últimamente…Otra opción es una Jefatura de Estado presidida por los valores del republicanismo cívico democrático. “Ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor”.

(*) Profesor y escritor