Hace escasos días he tenido la oportunidad, en primera persona, de comprobar el celo que pone en su trabajo el personal de Correos. Supongo que lo que he comprobado en Zamora puede hacerse extensivo al resto de España. De ahí que el feo a la vez que sospechoso asunto de las tres cartas con amenazas que contenían munición de distinto calibre, dirigidas al Ministro del Interior, a la directora de la Guardia Civil y al candidato de Podemos, despierte dudas y suspicacias. No hablo en términos políticos, hablo en términos ciudadanos.

Correos, el propio Gobierno de España, PSOE y Podemos y los sindicatos están buscando con cierta prisa al culpable o culpables de semejante desatino. No me cabe duda de que acabarán encontrando una cabeza de turco sobre la que dejar caer el peso de la ira que concentran o vaya usted a saber. De momento, Correos, empresa pública presidida por Juan Manuel Serrano, en otro tiempo no muy lejano jefe de Gabinete en la Ejecutiva de Sánchez y su mano derecha desde 2014, ha pedido la “retirada inmediata” del vigilante que no detectó las cartas con balas a Marlaska, Gámez e Iglesias. Da la sensación de que lo hace deprisa y corriendo.

Correos, también ha abierto un expediente a la empresa encargada de clasificar y escanear correspondencia. Da la misma sensación. ¿De dónde salieron las cartas? ¿Cómo es posible que, en su recorrido, nadie detectara las balas, cuando los empleados de la empresa pública son tan puntillosos para otras cosas? Sin una investigación, no se puede hacer responsable al primero que pillan. La verdad es que el asunto genera muchas dudas y ha dividido a la opinión pública. Para la mayoría, resulta increíble que con los controles que pasan las cartas en Correos, nadie detectara las balas que no eran precisamente balines de feria. Sobre todo porque las máquinas de RX de la empresa tienen un sistema de detección automática, como en los aeropuertos. Aparte de que Correos cuenta con otros sistemas de seguridad en los sobres para discriminar cartas de paquetería.

Alternativa Sindical pone en duda la responsabilidad del vigilante con argumentos contundentes, de una lógica aplastante, que le eximen. No sé si, llegado el caso, se hará justicia de verdad, no de cara a la galería. Somos legión los españoles que nos fiamos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad de Estado que están investigando la autoría de muerte anónima que recibieron los tres destinatarios de las amenazas. Las unidades de Policía Científica, tienen por delante una gran tarea que cabe esperar puedan realizar sin presiones.