Mientras cientos de familias zamoranas las pasan canutas para llegar a fin de mes. Mientras cientos de familias zamoranas ingresan cada día en las filas de los más vulnerables. Mientras cientos de familias zamoranas viven sin esperanza en el futuro, las administraciones públicas hacen poco o nada por evitar situaciones indeseadas. Lo confían todo a organizaciones como Cáritas o el Banco de Alimentos. Es una forma interesada de delegación. Que otros hagan lo que las administraciones se muestran incapaces de hacer.

Los ayuntamientos, hablo del de Zamora, deberían ser más flexibles con sus impuestos. A sabiendas de cómo está el panorama deberían emplearse a fondo con el verbo ‘condonar’. En primera persona, ‘yo condono’, y junto a los equipos de Gobierno toda la Corporación. Que nos dejen de palabras y que actúen. Los hechos son los que cuentan. Lamentablemente, hechos, los justos, pero no los necesarios.

Me gusta el detalle que ha tenido la Diputación Provincial de Zamora, condonando dos meses de alquiler a las empresas instaladas en el vivero de La Aldehuela. Hay que ayudar. Hay que arrimar el hombro. Las empresas, no todas, lo están pasando mal. Los perjuicios ocasionados por la pandemia son tantos que no dan abasto. Francisco José Requejo, el presidente de la institución provincial, quizá por su condición de empresario, ha sabido entender el problema por el que atraviesan tantos de sus homólogos.

Se quejan los empresarios, con razón, que no se les perdona ni una. Me gustaría saber qué se hace desde la Cámara de Comercio e Industria, para ayudarlos. Me gustaría saber qué se hace desde la CEOE-Cepyme. Menos mirar al exterior y más labor de introspección, de analizar la situación interior y proceder en consecuencia con la fuerza de las siglas, con la contundencia de los argumentos, con todas las herramientas posibles, para tratar de concienciar a las administraciones públicas y exigirles un paso adelante en su ayuda a los empresarios zamoranos. No se les ha visto un detalle.

Más ayudas directas, más rascar las arcas y, de esa forma, tratar de preservar los pocos puestos de trabajo que van quedando en Zamora. No se puede mirar hacia otro lado. El día, puede llegar, que Zamora se quede sin empresas, ¿a ver de dónde salen los impuestos para sacar pecho sobre la gestión cuatrienal de las instituciones? Cuantos más emprendedores, mejor, pero incentivados y amparados.

Las instituciones tienen que ser generosas. Y también las entidades bancarias y de crédito que asientan sus reales en suelo urbano y rural. En lugar de condonar, algunas instituciones, con su falta de empatía, lo que hacen es condenar a las empresas.