La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ... (El ingenioso hidalgo D. Quijote de la Mancha, capítulo LVIII).

Cualquiera puede experimentar, en cada momento de su vida, que una de las experiencias que más contribuye a su felicidad es el poder decidir libremente sobre lo que estime más conveniente que pueda, decae o desee hacer. Y es que la libertad, como “facultad natural que tiene el hombre de obrar de una manera o de otra, y de no obrar, por lo que es responsable de sus actos”, el diccionario de la Real Academia Española “dixit” es, quizá, uno de los atributos más valiosos del ser humano. Le posibilita, en función de sus “circunstancias”, que diría Ortega y Gasset, en sus “Meditaciones del Quijote”, dar de sí todas sus potencialidades, lo que favorece a la sociedad, como así mismo, al poner en función, en valor, sus conocimientos, sus fortalezas, etc.

Y la experiencia diaria ratifica que cuando en un ambiente, en una organización, en una empresa, en una Administración Pública, etc., su personal no se ve coartado, impedido, coaccionado, etc., y sí estimulado, reconocido, motivado, etc., el entorno, los objetivos, las competencias, etc., se ven altamente favorecidos y alcanzadas en sus máximos niveles. Ello repercute en el óptimo bienestar colectivo, que “a la postre”, es a lo que todos deben contribuir.

Y es que la educación debe basarse, precisamente, en la estimación, ponderación e inculcación de la libertad como su fundamento, lo que permite al docente explicar y exponer, sin trabas, sin condicionantes. Y si con todo lo que significa la libertad de enseñanza, de cátedra, pues “transmitirá más y mejor” y, consecuentemente, aprenderán “con nota” sus respectivos “discentes”. Ello supondrá, con el ejemplo recibido, expresar y comunicar con razones, con evidencias, con respeto hacia los demás y hacia sí mismos; conseguir unos ciudadanos ejemplares y profesionales competentes.

Y es que, lamentablemente, la tolerancia, el escuchar, el respetar y analizar las opiniones ajenas, el aprender del bien hacer de los demás, etc., se practica poco; especialmente por quiénes tienen responsabilidades sobre otros como son los padres, los directivos de empresas, de las administraciones públicas y de las organizaciones de todo “pelaje”, impidiendo el ejemplo de conductas para quienes con ellos tienen responsabilidades, y que tan excelente “elemento pedagógico” es.

Y es que cuando las “leyes” y la “economía” están basadas en la libertad la sociedad, las empresas, etc., la justicia es más “justa”, más respetuosa a los derechos de todos, contribuye a la mejor convivencia de la ciudadanía; se potencia el desarrollo económico y social; posibilita el empleo, productos de calidad a buen precio, hay más volumen de contribuciones a la Hacienda Pública lo que permite, por ejemplo, que ayuntamientos y diputaciones provinciales dispongan de más ingresos para aplicarlos a las numerosas competencias que legalmente tienen atribuidas para satisfacer el interés general, que también favorece a los contribuyentes, obviamente, por las obras y servicios e infraestructuras que generan.

Y es que hoy hay regímenes políticos como los de Corea del Norte, China, Cuba, etc. donde la libertad “brilla por su ausencia”; salvo algún “resquicio” a la Iglesia Católica o algún un reciente pequeño connato de músicos de nuestro querido país caribeño; como en su día lo estuvieron los denominados “países del Este”, sojuzgados durante décadas por la “bota soviética”. Ejemplo de ello fue la “República Democrática Alemana”, R.D.A., de Walter Ulbricht con su “Muro de la Vergüenza”, de Berlín, donde asesinó, por medio de los “VoPos”, a tantos de sus compatriotas cuando trataban de salir del “paraíso comunista” para ir al “corrupto, injusto, desigual, maléfico, disoluto, etc.”, oeste, aunque en éste no hubiera que esperar 20 años para obtener un “magnífico” Trabant; y poder adquirir, un “pésimo” “Escarabajo”, donde sus trabajadores disponían, y disponen, de un Estado de bienestar ejemplar, gracias, entre otros a los magníficos dirigentes democratacristianos como Konrad Adenauer, Ludwig Erhard, entre otros y padres del “milagro alemán”, y de la Comunidad Económica Europea, hoy Unión Europea.

Pero es que también las desastrosas experiencias históricas que se derivan del comportamiento de la gente de “a pie”, como los alemanes de la época nazi, cuando sacaban a sus vecinos judíos de sus viviendas para asesinarlos en los campos de concentración de Auschwitz, de Mauthausen, etc. , y “no se enteraban”; o cuando los médicos “Mengele”, experimentaban brutalmente con seres humanos; cuando los “Stalins” mandaban a los “gulags” de Siberia, a quienes “no pensaban como ellos”, etc., y se atrevían, por el bien del “pueblo” a calificar un “arte degenerado”, etc., etc., etc.

Y es que “sostiene Pereira” que poco se ha cambiado, como ha venido a corroborar los hechos que el covid-19 ha puesto de manifiesto. Así, alguna médica que ve que llega una ambulancia a recoger a un vecino, y ni se molesta en preguntarle que le ha pasado, porque le “ve con buena cara”; u otros vecinos que lo ven en sillas de rueda, y ni se “inmutan”; algún médico urólogo, que no interviene a un paciente después de habérselo indicado; de algún médico traumatólogo, que ignora el compromiso adquirido con un paciente de seguir la evolución de una fractura, etc. En fin, los colegios de médicos supongo que tomaran “cartas en el asunto”, como los tribunales de justicia, si es que la hay.

Ah¡ y como siempre suele haber algún vecino solitario o mayor, las buenas gentes, que “haberlas haylas”, tomen nota de la página web “https://webosfritos.es/cocinar-para-otros-nuevo-libro-electronico/”, a poquísima sensibilidad y humanidad que tengan le podrán hacer el bien a sus “semejantes” y a sí mismas.

Que el próximo año disminuyan los “nazis” y los “soviets”, como los médicos y vencinos “impresentables”, muy difícil, muy difícil, dificilísimo, pero no imposibles; y es que el ADN, la carencia de educación, la soberbia, la arrogancia, la ignorancia, etc., etc., etc., imperantes, lo hace casi imposible.

Marcelino de Zamora