El año pasado por estas fechas se celebraron acciones en muy diversos rincones del planeta para llamar la atención de los gobiernos, las empresas y que los ciudadanos tomen conciencia del gran problema climático al que nos enfrentamos. Se contabilizaron cerca de 7 millones de participantes y fue la acción masiva más grande hasta la fecha. De nuevo, este año, los días 25 y 26 de septiembre, los jóvenes principalmente, han organizado una llamada urgente a la acción.

Podemos apreciar en las noticias, que cada día que pasa las consecuencias del cambio climático son más extremas (fuegos, sequías, inundaciones…). Esto no es nuevo para la comunidad científica que lleva desde los 70, avisando de los efectos del calentamiento global por el uso de energías fósiles. Nada se ha hecho, las grandes corporaciones han evitado que se sepa la verdad concentrados en su codicia de beneficios supermillonarios rápidos.

Nos encontramos ante la mayor crisis de las crisis que amenaza nuestra propia existencia, las advertencias son muy claras: primero debemos parar las emisiones de CO2 tanto como podamos, en 2050 deberían ser de 0 emisiones según el Acuerdo de París, pero los científicos mismos reconocen que el trastorno de los patrones del clima va más deprisa que sus cálculos.

Se deben proteger todos los bosques y parar ya la deforestación; hay que cambiar el sistema actual de ganadería y agricultura industrial para reducir los niveles de óxido nitroso en el primer caso y la contaminación de suelos, aguas y atmósfera por los agroquímicos; también hay que parar el consumir por consumir, lo que hasta ahora hemos vivido estos últimos años de comprar cosas materiales a capricho, porque hemos esquilmado los recursos del planeta y estos se acaban.

Para preservar nuestro hogar planetario y que haya futuro para los jóvenes, hemos de hacer cambios drásticos; estos cambios deben comenzar por cambiar el chip en nuestras mentes, una manera de vivir más auténtica, relajada y sencilla, donde cada ser humano sea respetado y protegido por la sociedad, donde se reconozca la importancia que tiene cuidar y preservar la naturaleza y a todo el resto de seres vivos; hemos de comprender ya que el planeta en su conjunto es un ser vivo, complejo e inteligente y sin él, el ser humano no puede existir.

Los científicos dicen que el origen del COVID-19 está en la destrucción de los ecosistemas, al arrasar con ellos, los virus que estaban diseminados por la naturaleza encuentran más fácil el contacto con el hombre; esta peligrosa lección es solo una de las acciones irresponsables del hombre y nos muestra que la destrucción de la naturaleza nos traerá más pandemias.

No nos queda tiempo, el cambio viene sí o sí y requiere soluciones valientes: cerrar las potentes industrias de carbón, petróleo y gas, la poderosa industria del automóvil y la aviación que deben dar paso a transportes limpios y comunitarios .La agricultura industrial debe transformarse en ser productora de alimentos de calidad, sostenibles y cercanos.

En serio, si queremos futuro, entonces adelante y sin demora. Participemos en los movimientos por el clima desde el lugar donde estemos: que nuestro clamor se oiga en todo el planeta.

Esther Castro (miembro de Viernes por el Futuro de Toro)