Sobre el teletrabajo, a consecuencia del coronavirus, se han escrito y están escribiendo muchas páginas, con opiniones a favor y en contra, según puede apreciarse tras su lectura, e igual ocurre en las conversaciones y en los comentarios radiofónicos; “hay gente pa tó” como exclamo Rafael el Gallo.

Con la finalidad de ser sumamente objetivo en la exposición, teniendo en cuenta que a mí no me afecta, dada mi situación de jubilado, he procurado leer cuanto se ha ido publicando, en los últimos tiempos, y me ha sido posible, en relación con el tema; todo ello con la finalidad de no estar desvinculado de todo aquello que, de una u otra forma afecta al campo del Derecho Laboral y de Seguridad Social, al que he dedicado muchos años de mi vida profesional.

Soy consciente que, para las personas de nuestra generación, hablar de teletrabajo era algo inimaginable, máxime cuando, a modo de inciso, les diré que mis primeros escritos al Juzgado, eran mecanografiados en una vieja Underwood, y posteriormente en una Lexicón 80, después llegó el ordenador, como llegaron el tractor y la cosechadora al campo, ¡¡¡lo máximo!!!, la novedad.

Sentado lo anterior y teniendo en cuenta que, las circunstancias mandan, que dicen en nuestra tierra y los tiempos han cambiado y no poco, en este campo para mejor, hemos de estar a su altura y adaptarnos al momento presente.

El Gobierno y los agentes sociales están sobre un nuevo borrador de regulación del teletrabajo, que el Gobierno quiere llevar al Consejo de Ministros, a la mayor brevedad, aprobarlo por Real Decreto Legislativo (vía urgencia), con la finalidad de que entre en vigor en el presente mes de septiembre.

Haciendo un poco de historia, hemos de manifestar que el teletrabajo, más allá del momento presente del coronavirus, ya estaba en marcha, motivado por la nueva organización del trabajo; ciertamente que esta nueva e inesperada situación está acelerando su regulación e implantación.

La nueva organización empresarial ha llevado a externalizar parte del trabajo, ello es una realidad que, nadie pone en duda.

Las grandes empresas ya habían iniciado procesos de digitalización hace unos años y, ello no lo podemos ignorar, ha motivado pérdida de puestos de trabajo, desgraciadamente. La fusión bancaria es una buena prueba de ello.

Lo que ya se había iniciado por parte de las grandes empresas, ahora, a consecuencia de la situación sanitaria, provocada por el coronavirus, COVID 19, está siendo aplicado, por multitud de empresas que, presumiblemente nunca habían pensado en aplicar el teletrabajo o trabajo a distancia, permitiendo vivir al empleado en un lugar distinto a aquel donde su empresa tiene su sede física y, en muchos casos, permitirá al empleado tener una mejor calidad de vida.

Las relaciones entre empleados y empresarios en el teletrabajo o trabajo a distancia, va a exigir compromiso y responsabilidad, en grandes dosis, por ambas partes.

El tema no va a resultar fácil, pues, no olvidemos que estamos hablando de un trabajo que se realiza a distancia y hay que tener en consideración las dimensiones de la vivienda del empleado, donde desarrolla su trabajo, el número de personas que conviven en la vivienda, mayores, niños y demás familia y, en España la vivienda, precisamente, no se caracteriza, por su amplitud, más bien por sus reducidas dimensiones, producto de la especulación y concentración de la población en las ciudades. Tener una casa en el pueblo, pienso, sigue siendo un privilegio y actualmente más.

Mi pregunta es ¿Cómo mantener los lazos necesarios sin la nota de la presencialidad? Honestamente creo que, no podemos olvidar una nota esencial que debe estar presente en toda relación laboral, cual es la lealtad mutua. Soy consciente que, trabajadores y empresarios tendrán que hacer un esfuerzo de acercamiento y, ser flexibles, pues, habrá tareas de cargos de responsabilidad que exigirán la presencialidad, pero en tareas administrativas su implantación, tal vez, sea más fácil de llevar a efecto.

No quisiera olvidar una cuestión, a mi juicio, esencial, cual es la situación personal, familiar, etc... Concreta de los empleados que, lógicamente son distintas, son sumamente heterogéneas, por tal motivo cada caso debe ser analizado de forma particular.

Con estas líneas, simplemente, quiero dar unas pinceladas sobre una situación que será regulada y aprobada próximamente y aunque se conoce el proyecto del Gobierno y parece ser será aprobado y entrará en vigor en el presente mes de septiembre, las empresas van a tener tres meses para adaptarse, a partir de su publicación en el B.O.E.

Espero, una vez se apruebe el Real Decreto Ley, sobre el teletrabajo, escribir un comentario sobre el mismo, acerca de la voluntariedad, acuerdos entre trabajador y empresario, horarios, vigilancia, equipos, intimidad, desconexiones, sanciones, etc... ¡Hasta pronto y a trabajar!

Pedro Bécares de Lera