Después de las reuniones de Pedro Sánchez con Rufián de ERC y Aitor Esteban del PNV, la ministra Montero se ha descolgado afirmando algo inédito, algo increíble, algo histórico, algo irrepetible, al asegurar que es mucho lo que une al Gobierno con Esquerra Republicana de Cataluña, ¡vaya, hombre!. Ese mucho no es otra cosa que “sobre todo el amor por España”. Permítame que me carcajee. Es el colmo de la desfachatez política más insultante. Eso del ‘amor por España’ no se lo cree ni la portavoz, ni Sánchez, ni el propio Rufián, ni los votantes de ERC, ni el resto de españoles que nos hemos tronchado de risa. Las redes sociales, como siempre, han dado muestra de la fina ironía con que la mayoría se ha tomado tal afirmación. Los del insulto no me valen.

El afán de Sánchez por permanecer en la Moncloa a toda costa le lleva a hacer malabares. Se confunde con buena parte de sus interlocutores que, lejos de ser válidos, sus posturas y su discurso los invalidan para menester tal. María Jesús Montero, que hizo semejante afirmación desde el atril de la Moncloa, se ha quedado tan oreada después de soltar semejante barbaridad. Lo convierte en barbaridad el hecho de que Rufián por España no siente amor, si acaso asco, odio y cositas parecidas. Nada que el propio diputado no haya manifestado en más de una ocasión con idénticas o parecidas palabras.

Abrir todos los caminos para encontrar acuerdos con todas las fuerzas parlamentarias, buscando el “amor por España”, puede llevar a situaciones de lo más curioso. Sánchez, que se ha negado en redondo a hablar con Vox, no tiene escrúpulo alguno en hacerlo con los filoetarras de Bildu. Resulta imposible creer que quienes destruyeron vidas y haciendas durante tantos años de plomo y de dolor en España la amen como pretende hacernos tragar la ministra. En los de Vox a lo mejor no cabe duda alguna, pero ¿en los de Bildu? Ni hartos a grifa nos lo creemos.

Puede que esta vez Sánchez consiga la aprobación de sus presupuestos que Arrimadas debería conocer antes de estampar su firma, no vaya a llevarse alguna inesperada sorpresa. De conseguirlo será una aprobación viciada en la que muchos de los abajo firmantes habrán consentido porque a buen seguro la tajada conseguida será muy superior al préstamo de su firma. Sabido es que los préstamos hay que devolverlos, que los préstamos se pagan y con intereses, que ningún español piense que a Sánchez le va a salir gratis. De momento el amante español, Rufián, ya ha puesto inconvenientes en pactar con Ciudadanos.