Viriato permanece hierático en su pedestal, como siempre adusto de vestimenta, saludando a "la romana", aunque no se sepa bien por qué, ya que fue un destacado enemigo de Roma, a la que ganó mil batallas antes que los traidores Audas, Ditalcos y Minuros lo asesinaran mientras dormía. El líder de los celtíberos no permite que nadie le tome el pelo, ni tampoco que abusen de la buena voluntad de sus gentes. Pero resulta que hace unos días a alguien le ha dado por iniciar ese camino, y Viriato, hombre recto donde los haya, se encuentra contrariado porque le está tomando a chirigota a sus paisanos. Como llueve sobre mojado, el "terror romanorum" cree que es llegada la hora de plantarse ante tanta ignominia, de manera especial ante los incumplidores que, con su cara dura habitual, tratan no solo de fumarse un puro con sus promesas, sino también de engañar a la gente, intentando que lleguen a creerse que donde oyeron decir la palabra "digo" realmente habían dicho la de "Diego".

"¡No me cuente usted historias! Prometió traer un contingente de militares para ser instalado en lo que fuera en su día el "Campamento de Monte la Reina": así que no me cuente ahora que tiene que esperar a ver en qué medida colabora la Comunidad, el Ayuntamiento, la Diputación, y el sursuncorda. Porque lo que usted pactara en su momento con esas instituciones solo usted lo sabe, es cosa suya, como suyo el compromiso que adquirió con los zamoranos cuando les pedía a cambio sus votos para ayudarle a ganar las elecciones. Ya está bien de invitar en el bar a una ronda y a la hora de pagar buscar la puerta trasera para ser el primero en escaquearse. La promesa fue suya, así que usted debe cumplirla. Si llegó a obtener el compromiso de cooperar por parte de otras instituciones, usted, y solo usted, debió dejar atados esos compromisos de manera que resultaran irreversibles, y si no llegó a ser así, pues ponga en marcha su argumentario y convénzalos para que colaboren."

Cierto que lo de instalar un contingente militar en Monte la Reina no va a poner remedio a la paupérrima economía zamorana, ya que no van a generar puestos de trabajo, pero si va a coadyubar al aumento del consumo, puesto que muchos de esos profesionales se supone que fijarían su domicilio en Zamora. Se trata de algo positivo para la provincia, aunque no deje de ser pan para hoy y hambre para mañana, pero, aun así, bienvenido sea, porque menos es nada. Y digo lo de "hambre para mañana", porque de no cambiar las cosas, los "zamoranos nuevos," hijos de esos militares, se encontrarían con los mismos problemas que tienen los jóvenes "zamoranos de siempre", es decir con la necesidad de abandonar esta tierra en busca de trabajo.

"Roma no paga traidores", parece oírse en la plaza del héroe lusitano que lleva su nombre, porque Viriato intuye que de no tomarse medidas disuasorias el affaire de Monte la Reina quedará flotando en el éter, mezclado con las innumerables promesas incumplidas de un reciente y menos reciente pasado, como la famosa "cúpula de la tecnología", el "palacio de congresos", la empresa de tecnología punta, de nombre impronunciable, que iba a crear cientos de puestos de trabajo cualificados, la "sede y taller" de las Edades del Hombre", el segundo puente moderno sobre el Duero, y tantas otras. Unas apuntadas en el debe del PP y otras en el del PSOE.

Viriato no puede evitar hacer un hosco mohín, pues no es precisamente un amante de las bromas y piensa que, de no cambiar las cosas, continuará persistiendo la inobservancia de los partidos políticos a la hora de cumplir las promesas. El engaño continuado a quienes les han sido fieles durante muchos años contrasta con los premios y dádivas que los distintos gobiernos han venido reservando para quienes más les incordian y amenazan, y cuyos datos macroeconómicos dicen que son los menos necesitados. El líder lusitano piensa que no está bien que se pague así a los fieles seguidores y que no haya limite en los presupuestos para complacer a aquellos que fueron gobernados, durante décadas, por un líder cuya familia habría esquilmado, presuntamnente, al país unos cuantos millones de euros (Al menos eso es lo que dice el juez De la Mata)

Viriato se ofrece a guiar a los zamoranos de hoy, como ya lo hiciera entonces con los celtíberos, puesto que quienes dicen representarlos se encuentran callados, y cuando hablan es para poner "peros", cuando lo que haría falta sería que aportaran "peras". ¿Pero habrá alguien dispuesto a seguirle?

Mala pinta tiene el panorama que se divisa en lontananza ya que, incluso, ha habido alguno que, poniéndose la venda antes que la herida, se ha atrevido a decir que esa obra, la de "Monte la Reina", no resulta necesaria para el país, insinuando que por esa razón debe ser financiada con aportaciones de las instituciones locales y regionales.

Dentro de poco, el tema Monte la Reina dejará de ser noticia, y los vendedores de humo volverán a invitar a otra ronda, de manera que más vale meter la mano en el bolsillo no vaya a ser que la tengamos que pagar alguno de nosotros.