Durante la apertura solemne de las Cortes, el pasado lunes, a todos sorprendió ver aplaudir a los eximios miembros de Podemos en el Gobierno a medias. Los comentarios se han disparado. Las redes se han despachado a gusto. Hombre, a fuer de ser sincera, no se veía que lo hicieran con ardor, no se vio entusiasmo en aquellos aplausos que posiblemente fueran solo un simulacro, es decir, que acercaban una palma a la otra, pero sin ruido de ovación. Mientras eso sucedía en la bancada azul, el resto de diputados de Podemos ni se molestó en aplaudir, se levantaron del escaño porque el Jefe también lo hizo, pero nada más.

Tienen que estar a disgusto en este rol que les ha tocado porque hay que ver lo mal que se han portado siempre con el Rey. Hay que ver todo lo que Felipe VI se ha visto obligado a aguantar con una dignidad encomiable. Hay que ver los feos y ninguneos que han hecho al Jefe del Estado, feos y ninguneos que van a proseguir. Sólo que cuando no les quede más remedio como el pasado lunes, hará Vicente lo que haga la gente.

Como los palos en las redes han sido de todos los calibres, la ministra de las redes sociales y también ministra de la 'des-Igualdad' (dado que en su gabinete no hay ni un solo hombre) ha explicado con esa labia suya que su aplauso en concreto se debió a que tiene que asumir su "rol como miembro del Gobierno". Por cierto, tuvo un pequeño o gran lapsus, Irene Montero en su descargo se llamó a sí misma "miembro del Gobierno", cuando en realidad tendría que haberse denominado "miembra", lo digo con ironía. Es lo que esta gente ha venido acuñando desde su desembarco en las Cortes. De vez en cuando algo les traiciona y hablan como nos pide la Real Academia de la Lengua que lo hagamos, porque confundir la gramática con el machismo es un auténtico atentado contra la lengua española que no necesita ese tipo de desdoblamientos artificiosos e innecesarios, no desde el punto de vista de la derecha, la derechona y la extrema derecha, como enseguida dirán algunos, no, sino desde el punto de vista meramente lingüístico.

La Montero que es de las que no se calla ni debajo del agua y que hace cuatro años no aplaudió, ha seguido justificándose en esa misma línea: "Tú puedes tener los mismos principios, pero cuando uno está en la política institucional ve las cosas desde diferentes perspectivas". O tienes los mismos principios o no los tienes. No hay perspectivas que valgan. O estás o no estás. O quieres o no quieres. Sólo que esta señora, que sólo concede entrevistas a los medios afines, donde no la rebaten, suelta lo que conviene o le viene en gana en cada momento y no hay nadie con los ovarios o los cataplines suficientes, hablo de esos medios, para decir lo que en realidad piensan pero que se guardan interesadamente por si pierden el favor de sus amiguitos en el poder.

Irene Montero separa convenientemente a los monclovitas de Unidas Podemos del resto de colegas con derecho a escaño. El rol que les toca ahora es ese, con el que quieren "cambiar la vida de la gente" porque de esa manera pueden hacer cosas "que después te permiten gobernar". Vamos, que ahora aplauden al Rey, porque si en las próximas elecciones la suerte se pone del lado de Sánchez y tienen que volver a cohabitar, no encontrarán tanto rechazo en la gente cuyas vidas y haciendas están gobernando ya porque así lo ha decidido el PSOE.

Esto de los roles que convienen a cada momento es muy cómodo para justificar los distintos comportamientos que se llevan a cabo siempre en función del interés ideológico y personal, nunca del interés común.