Entre las profecías de Michel de Nostradamus y las de Baba Vanga que, dicho así suena fatal, y que en realidad es el nombre de la vidente ciega, ¡qué cosas!, que predijo el 11-S, estamos en un sinvivir. Si se cumple lo bueno, bien va la cosa, pero como sólo se cumpla lo malo, aviados vamos. Me fijo en el francés y en la búlgara, porque uno y otra se caracterizan, precisamente, por la precisión de sus profecías. De entrada, comienzo por decir que Nostradamus ha marcado el año 2020, prácticamente a la vuelta de la esquina, como el inicio de algo muy especial. ¿Será la nueva década? ¿o será por la sucesión de acontecimientos que según este señor, causarán desastres? Ya empezamos.

Existe una corriente negativa que están siguiendo muchas personas consistente en que el nuevo año al que le quedan horas para dar comienzo, estará plagado de acontecimientos terribles para la humanidad. Parece tal que las profecías sólo fueran apocalípticas, no hay nada bueno en la visión de estas gentes. Hombre, ni Michel ni Baba son un Rappel cualquiera, que no da una, el primero, después de 450 años, sigue acertando en la mayoría de sus predicciones y cuenta con infinidad de personas que permanecen fieles a los pronósticos del francés. De hecho ha pronosticado un 2020 convulso e "interesante". Ya veremos en qué medida, lo uno y lo otro. En lo político y en lo que a España respecta, da de lleno en el blanco.

Baba Vanga, a quien apodan "la Nostradamus de los Balcanes", es una figura de culto en su país. Esta señora, perdió la vista de manera extraña a los doce años después de sufrir una fuerte tormenta de arena. Su familia la encontró a los pocos días, prácticamente muerta, con los ojos cerrados y cubiertos de arena. Una vez recuperada, dijo que había experimentado su primera visión mientras estaba desaparecida y que creía que se le había otorgado el poder de predecir el futuro y de curar a los enfermos. Una y otro prestan especial atención a la figura del presidente norteamericano, Donald Trump. El médico francés en el sentido de que el líder más importante de América será asesinado, amén de que una gran potencia económica caerá y ya no podrá levantarse. Todos interpretan que se trata de Estados Unidos. La búlgara afirma que Trump sufrirá un tumor cerebral que lo dejará sordo y posiblemente una enfermedad mortal a lo largo del nuevo año. Hay quien ya le ve mala cara.

Y si sólo fuera eso, pero es que ambos hablan de una guerra poco convencional entre dos potencias. Advierten que el mundo entrará en recesión económica, puede que sea la madre de todas las recesiones, que Putin sufrirá un atentado del que saldrá reforzado y que los islamistas atacarán Europa con armas químicas. No sé si meterme en la cama y no salir hasta el 31 de diciembre de 2020. La atención preferente de ambos pasa también porque un importante monarca dejará el trono para dar inicio a una nueva etapa. Todo apunta a Isabel II. Su hijo Carlos, Príncipe de Gales, se ha hecho viejo de tanto esperar, y ya le toca al pobre hombre. Se dice y rumorea insistentemente que eso será así, que Isabel II, ¡Dios salve a la reina!, está organizando ya su abdicación. Claro que la nueva etapa la representa mejor su nieto, Guillermo de Cambridge, que su propio hijo.

Luego está lo de los grandes terremotos que asolarán América y lo del impacto de un meteorito gigante sobre Rusia. Habrá que esperar, según Vanga, a 2028, fecha en la que se acabará el hambre en el mundo, aunque poco durará la alegría porque en 2341, la Tierra se volverá inhabitable. Las ideas de uno y otra, especialmente las relacionadas con fenómenos naturales fuera de control tienen visos de cumplirse. En fin, esperemos a 2020 con los dedos cruzados y tocando madera. A ver qué pasa.