La semana pasada Extemoduro emitía un comunicado dando a conocer que ponía fin a su trayectoria de casi 30 años como máximo exponente de la música y de la letra en castellano. Sí, Extremoduro ha sido y seguirá siendo mi banda de cabecera por muchos motivos, pero sobre todo por su capacidad de sintetizar la esencia española a veces en un acorde difícil, casi siempre a contratiempo, pero sobre todo por la creatividad literaria de Robe Iniesta quien nada tiene que envidiar a los del 27. Con pinta de gamberros y a veces catalogados como terroristas, fuera de las fórmulas y listas, nos han deleitado con sus grandes álbumes, en clara progresión ascendente y en los que uno siempre encuentra, como en las páginas del Quijote, perlas para la lucidez, la imaginación y la inspiración.

En las letras de Extremoduro, me he inspirado muchas veces para escribir, como por ejemplo la Ley Innata o Material Defectuoso y así un largo etcétera. En esta ocasión me gustaría volver a Material Defectuoso, un trabajo sobrecogedor donde Robe pone sobre la guitarra unas letras retorcidas acerca, como casi siempre, de la retorcida razón o más bien de la sinrazón humana. Una mezcla esquizofrénica y sutil con la que nos escupe a la cara que nuestra mente es un lugar podrido, dado a las bajezas y por mucho que se diga lo contario, sigue siendo un material defectuoso. Robe, nos describe el amor, más como una patología que como un sentimiento, con unos matices oscuros que transgreden los cánones tradicionales y que podrían ser dignos de la versión en Latín del Miserere. Pero no estoy aquí para hablar de Extemoduro y tan sólo sirva esta entrada como mi reconocimiento.

Hace unos años, usando este argumento escribí comparando el caso de Osama Bin Laden, de sobra conocido por todos, con el de un tal Txapote, terrorista de ETA también conocido por todos por sus múltiples asesinatos incluyendo el de Miguel Ángel Blanco. Brevemente recordaré la historia, porque creo conveniente poner en situación al lector, y compararla con la que hoy traigo por su analogía y por, también decirlo, mi evolución en el pensamiento. Era mayo del 2011 y me encontraba en el aeropuerto de Newark, esperando para embarcar en un avión que me trajese a Boston. Venía de correr el maratón de New Jersey, y con el cuerpo molido y la moral por los suelos, apuraba un café de a litro y medio con la esperanza de reconfortar mi alma. Fue en ese momento cuando salió Barack Obama, entonces presidente, en las pantallas de televisión del aeropuerto y todo el mundo celebró la noticia como el gol de Hiniesta en el mundial. El café me despertó y entendí que la noticia era que un "SEAL" de los cuerpos especiales americanos, en concreto Robert O'Neill - aquí dan la cara- le había metido una bala por el ojo derecho a Bin Laden dejándolo seco en el sitio. Yo pensé, estos yanquis están locos, deberían haberlo detenido y hacer un juicio justo. Después el avión despegó y cosas del destino, dicho aeropuerto está situado al otro lado del rio Hudson, que separa New Jersey de New York. Ruta aérea, capricho del piloto o casualidad, al despegar, el avión sobrevoló el sur de Manhattan donde estaban localizadas las torres gemelas. Si la imagen de New York desde el cielo por la noche es ya impresionante, con dichas torres debería ser espectacular, pero ya no estaban... Y el silencio y la nostalgia se apoderó del avión. La cafeína cesó su efecto y me quedé dormido. Hoy en el lugar de las torres, hay una torre aún más alta, varios monumentos a las víctimas y de Bin Laden, a quien tiraron como a un perro por la borda del barco, nadie se acuerda.

De nuevo el destino, justo un año más tarde, me puso en el maratón de Boston. Por todos es conocido el brutal ataque terrorista que los hermanos Tsarnaev cometieron acabando con la vida de varias personas y dejando cientos de mutilados entre corredores y público. Afortunadamente yo había terminado minutos antes, y con mi mujer que, cosas del destino también, me esperaba unos metros antes de la línea de meta, justo en el lugar donde explotó una de las bombas, habíamos abandonado el lugar. Tras identificar a los causantes, la policía inició una persecución en la cual al mayor de los hermanos le endosaron hasta medio metro de plomo secuencialmente a cuartas, al otro lo detuvieron y está condenado a muerte esperando la ejecución de la sentencia. No soy partidario de la pena de muerte y espero que no se ejecute dicha sentencia, pero mi estómago me dice que otro medio metro le tendrían que haber regalado en el momento de la persecución, tras no haber duda de su autoría. Tal vez el hecho de haber sido autor material y no intelectual o tal vez por estar embaucado por las directrices de su hermano mayor, evito el frío del plomo, tal vez. Lo que sí que tengo claro es que me alegré al saber que uno de ellos fue abatido tras su gran obra maestra.

En EE UU no me imagino protestas callejeras pidiendo libertad de presos terroristas, acercamiento de presos, empatía con sus familias ni mucho menos al menor de los Tsarnaev, que tras su posible conmutación de la pena de muerte por un prisión permanente o una pena menor, pudiese venir a dar un discurso a la Universidad, para hablar de un tema tan académico y edificante como es la mala vida que los presos terroristas llevan en el trullo.

Pues ya sabe el lector que todo este rodeo es para llegar a donde quería llegar, y no es otra cosa que un material defectuoso apodado Abetxuko, terrorista de ETA convicto por el asesinato de Jesús Velasco y Eugenio Lázaro, y que tras cumplir una ridícula parte de su pena, osó, y con beneplácito de la Universidad del País Vasco, a dar una "conferencia" en una de sus aulas a petición del alumnado. Yo, que soy defensor acérrimo de la libertad de expresión, aunque ésta venga de semejante despojo, poco o nada tengo que decir acerca de tamaño acto académico para más sonrojo de cualquiera de los que somos universitarios. Tampoco creo que la pena de muerte hubiese mejorado las cosas ya que sólo las mantiene vivas y convierte a los reos de grupos terroristas en mártires de la causa. Sin embargo, estoy convencido de que si en vez de un anónimo agente de los cuerpos especiales de la Guardia Civil, quien al ponerle las esposas educadamente le leyó sus derechos a Abetxuko, hubiese sido el SEAL americano Robert O'Neill, quien con su índice preparado y a escoger el ojo al otro lado de su reglamentaria, ahora no tendríamos estos planteamientos académicos. También estoy seguro que cada vez que liberan a un terrorista de ETA y le hacen un recibimiento en su pueblo, acogiéndose a su derecho a la libertad de reunión, manifestación y expresión; si ese mismo terrorista fuese Tsarnaev liberado, dudo mucho que se pasease de vinos tranquilamente por las calles de Boston y que la peña lo recibiese como al Real Madrid al ganar la Champions... Lo dudo más que los Panchos y mira que se pasaron toda la vida a lo Descartes.

Insistiré en mi defensa de la libertad de expresión y en mi oposición a la pena de muerte impuesta por unos jueces, cargos que a la vista de los acontecimientos pierden demasiado aceite. Ningún humano, en representación de una ley de otro humano, puede ordenar a un tercero el ejecutar una sentencia de muerte posterior a un juicio en el que se valoran más las formas que los hechos. Ningún humano debe prohibir a otro que se exprese, manifieste o se "reúna". Ahora bien, las sociedades modernas deben protegerse como un pastor lo hace con sus ovejas, algo tan básico que la propia ley innata del ser humano, desde que éste decidió bajar del árbol y vivir en sociedad, y contra la que no se puede ir, así lo dicta. Si el lobo ataca al rebaño, e "in fraganti" pillado es, se finiquita al lobo y las ovejas a seguir tranquilas en el pasto, porque nadie entendería que una ver muerta y comida la oveja o las ovejas, el lobo se vistiese con su lana y viniese a aullar de satisfacción a la puerta del pastor. Como eso pasa, y las leyes van por detrás de la sociedad y miran más si el pastor vio a uno o a dos lobos, en lugar de la matanza en si, la sociedad no puede esperar por la justicia. Claro que la ley innata del lobo es atacar al ganado y no se puede comparar con la ley innata del humano que es pacer tranquilo. Y ahí está la esquizofrenia que nos muestra Extemoduro en sus canciones, ¿quién es lobo, quién es oveja? ¿Quién tiene más derecho, el lobo a ser lobo o la oveja a ser oveja? o dicho de otra manera ¿El lobo a matar o la oveja a pacer? Trasladado a la sociedad humana, quien tiene más derecho, un despojo salido de una cárcel tras varios delitos de muerte a sangre fría, con premeditación terrorista y sin arrepentimiento; o una sociedad a ejercer su derecho a no ser humillada, no por las letras de un cantante, sino por el asesino de varios de sus individuos. Abetxuko tuvo suerte de cometer sus crímenes en España y no en EE UU, tuvo la suerte de encontrarse con un guardia civil que educadamente y de usted le leyó sus derechos, en lugar del mencionado SEAL, quien le hubiese taladrado el cráneo sin titubear; tuvo la fortuna de ser juzgado por un juez español que le mandó de vacaciones al trullo, donde su familia le llevaba langostinos, en lugar de uno americano que lo hubiese mandado a broncear su piel en una silla conectada la red eléctrica y a su familia a pagar la factura... Tuvo y tiene mucha suerte. ¿Debe la sociedad española - que no la justicia- permitir que dicho excremento, con más espacio para plomo que para seso en su cráneo, pueda dar una conferencia en la Universidad pública española? O dicho de otra manera, ¿debe la justicia permitir que el derecho de Abetxuko esté por encima del derecho del resto de la sociedad? Pero por si queda alguien que no lo pilla, ¿deberían los guardias medioambientales hacerle un cordón de protección al lobo para que ataque al ganado, mientras la policía contenga a palos al dueño de las ovejas evitando que éste evite que el cánido se lleve la flor y la nata de su ganado? El pensamiento, como el miedo, es libre y cada uno su conclusión saque. Si bien he escrito varios artículos con el siguiente título metafórico, en este caso me cito, literalmente y literal, a mí mismo y por lo que me doy el gusto de no poner comillas: ¡Al pan pan y al lobo pum! y al material defectuoso por la borda del barco al fondo del abismo