El debate sobre los exámenes de septiembre, que en los primeros niveles educativos se han eliminado y en algunas facultades se han adelantado al mes de julio, se basa en que los resultados no eran buenos porque lo que no se ha hecho durante nueve meses de curso es difícil recuperarlo en dos, y porque el verano no es estación propicia para el estudio sino para las vacaciones.

No es de extrañar que los encargados de formar nuevo gobierno, que se han dedicado el final del curso pasado a hacer canutos con el boli en lugar de escribirse, y con los folios de propuestas han hecho molestas bolitas de papel y dolorosos tacos que bien lanzados con gomas dejan huellas de moratones, están a punto de suspender en septiembre.

Todo por no atender a los de su clase social, empeñada en que hagan los deberes que les encomendaron cuando advertían al PSOE que no se "ajuntara con Rivera no", y a UP que cambiara la respuesta al mismo examen del año anterior que le llevó a repetir curso y a "tripitir" como los malos estudiantes. Y a que no han dado palo al agua en el verano sino que han estado a palos y canteas entre ellos.

Así que en matemáticas elementales, suspenden en los números naturales porque lo natural es juntarse izquierdas con izquierdas y derechas con derechas; en números enteros, porque nadie quiere ser de los negativos; en fraccionarios porque no tienen claro el concepto de "común denominador" aunque sí el de fraccionarse en más partidos tanto a izquierda como a derecha. Sólo aprueban en números irracionales y en primos, dejando al país los números compuestos y sin novia, o sea sin gobierno.

En operaciones matemáticas básicas, Sánchez se lleva un cero absoluto en la suma por querer sumar peras con manzanas para ser presidente con votos de PP y Cs; UP también suspende porque restó votos al intentar sumar Podemos con IU. La derecha tiene muy claro el concepto de que la multiplicación es una suma repetida de sumandos iguales (PP, Cs y Vox) que se suman para gobernar con el mismo producto en Andalucía y Madrid, y en España en cuanto puedan operar. Y en división gana la izquierda porque la derecha al final es más de sumar y multiplicar que de repartir o dividir.

En operaciones un poco más complejas, todos suspenden en potencias porque sólo tienen en cuenta los "exponentes" o los líderes que elevan los discursos a la máxima potencia (como hace la ultraderecha de Vox), o hasta el asalto a los cielos (como intentó Iglesias con Podemos). Sin embargo, todos se olvidan de las bases, sin las cuales no hay potencia que valga por mucho exponente con discurso. Y que como son más de números naturales prefieren una sencilla suma de votos para el acuerdo, que otra división. Esto sirve para las bases de izquierdas porque en las derechas los que se suman sin problema son los exponentes para multiplicar (como en la Diputación de Zamora).

Y hablando de Zamora, una de las causas de la potencia -como operación matemática- de IU en el ayuntamiento ha sido que no se ha olvidado de la base aunque cuente con un buen exponente. Pero también la defensa de las raíces, fundamentalmente de la raíz cuadrada de los principios.

Volviendo al nuevo gobierno de España, la ecuación para despejar la "x" del presidente parece cada día más de solución imposible, quizás -aunque sin fundamento matemático- porque se ha empezado a negociar confundiendo el concepto de "límite" que aproxima a un punto en matemáticas, con el que separa con una línea roja en política "¡por ahí no paso!"

Llegados a este punto, algunos partidos aplican el método de "reducción al absurdo", por el cual piensan que lo que no puede sumar en la izquierda en este momento para hacer gobierno, podría conseguirse con la oposición a la suma de las derechas en nuevas elecciones.

Lo malo de estas operaciones fallidas en la política es que en la sociedad en general, en el mundo de los números reales, que incluye a todos los números racionales e irracionales, las matemáticas demuestran que la pobreza aumenta en progresión aritmética, y en Zamora en progresión geométrica lo mismo que la despoblación.

Por ello, para formar nuevo gobierno deberíamos conocer las propiedades fundamentales de las operaciones más sencillas con los números. Que suenan bastante bien: conmutativa porque no importa el orden de los sumandos, Pedro o Pablo, Up o PSOE; asociativa porque pueden asociarse operaciones a las que se sumen otros partidos de la izquierda para multiplicar la justicia social; distributiva porque permite distribuir números y operaciones; y de identidad, porque aunque se sumen, resten, multipliquen o dividan los números, todos somos ciudadanos del mundo con los mismos derechos, las mismas operaciones vitales y las mismas propiedades esenciales.

Aunque con distintas propiedades (o capital) que son la base de la desigualdad, cuyos signos matemáticos son "mayor que" y "menor que". Y que acaban constituyendo gobiernos de "interés simple"; o sea, de multiplicar el capital, el rédito y el tiempo...

¡Por hoy ya está bien de ciencia exacta! Acabo advirtiendo que la derecha también hace sus cálculos y que sólo suspenden en la división entendida como "reparto".

Otro día "hablaremos del gobierno", como decían Tip y Coll en los tiempos de la censura franquista.