Tolle et lege

San Agustín

Recordarán los lectores, aquel anuncio de las librerías en la campaña veraniega, para fomentar la lectura en los niños que decía: "Los niños listos leen libros". Es patente que últimamente, el cierre de las librerías va a más y ello tal vez, obedece, al desarrollo de la tecnología que ha motivado el crecimiento del analfabetismo y su consecuente irracionalidad.

Hace ya, unos años, leyendo un artículo, recuerdo que aparecía una frase, que anoté, en mi libre de bolsillo, dice así : "Se lee muy poco y, en consecuencia, la cultura y el humanismo van camino de convertirse en rarezas de unos cuantos frikis". Hemos de crear y fomentar en los niños una insaciable curiosidad intelectual y literaria.

La lectura no puede ser un adorno cultural; a través de la lectura hemos de descubrir algo nuevo, inesperado, que nos produzca satisfacción. La lectura es fuente de cultura. La frase latina "Tolle et lege", de San Agustín, que aparece al comienzo del presente escrito, pone de manifiesto que San Agustín era un lector voraz.

Hemos de fomentar la lectura en las escuelas; ahora que los niños están de vacaciones es buen momento, para que dediquen, cada día, un tiempo a la lectura de libros propios de su edad y se aparten de las maquinitas de juegos y del ordenador.

La infancia es el mejor momento para crear en los niños la afición a la lectura. Se nota perfectamente en las expresiones y en los escritos si los niños leen, al ser su vocabulario más extenso y preciso que el de aquellos niños que no leen.

Leía, antes de escribir estas líneas, en la revista FS, unas manifestaciones del escritor Luis Alberto de Cuenca, donde recogía que su nieta es una lectora voraz, por lo que siempre la sorprende con algún regalo en tapa dura.

Créanme que ello es digno de admiración, pues, he oído decir a algunos padres que sus hijos no quieren que le regalen libros porque no les gusta leer y se aburren, pues, ustedes, padres y maestros deben animar a sus hijos y alumnos a leer, para que les entre el gusto, la afición por la lectura que, es una de las principales fuentes de cultura, aprendan, se formen y disfruten leyendo. Recuerdo que, en mi infancia y, en relación con la escritura, era norma diaria la escritura del dictado que el maestro, con voz alta y clara, iba recitando y una vez escrito, nos recogía los cuadernos y procedía a su corrección. No olvidaré jamás que, en cierta ocasión, tuve que copiar cien veces "iba" del verbo ir que, indebidamente, puse con v en aquellos años no existía el iva,el impuesto, que algunos, graciosamente, traducen como "imposible vivir así".

El dictado era fundamental y sumamente necesario para no cometer faltas de ortografía, hacer buena caligrafía (¿Recuerdan los cuadernos de caligrafía Rubio?) y para aprender a utilizar correctamente los signos ortográficos y, en consecuencia, hacer las correctas entonaciones en la lectura.

Recuerdo que la escritura, en mi infancia, se hacía con plumilla, tomando la tinta del tintero de plomo o de cristal que estaba colocado en la parte superior del pupitre, donde había una hendidura para colocar la plumilla con su correspondiente palillero; posteriormente aparecieron las plumas estilográficas elementales, (artículos de lujo) y los bolígrafos BIC cristal, cuyo uso se generalizó rápidamente.

Las editoriales más conocidas de aquella época, que recuerde, en las que se publicaban los libros de lectura escolar eran de las editoriales Magisterio Español y Ezequiel Solana. Solana fue una persona modesta y sabia que dedicó toda su vida a la educación, a la escuela, a los niños y a los maestros.

¡Qué buen recuerdo de aquellos libros de lectura para niños que había en las escuelas!

El maestro, D. Patricio López Redondo, nos inculcó la afición a la lectura. Don Patricio es un maestro vocacional, con una paciencia benedictina que, trajo a la escuela de Valdescorriel, aires de renovación y creo que todos los que tuvimos la suerte de tenerle como maestro le estamos muy agradecidos. En varias ocasiones, he comentado que me gustaría que los buenos maestros tuvieran, en los pueblos donde enseñaron, una plazo o calle dedicada, en su recuerdo, por los méritos y esfuerzo diarios que hacían, no olvidemos que, también eran maestros dominicales, pues, recordarán su presencia en la iglesia a la hora de misa, colocándonos en los bancos, y manteniendo el orden y el silencio.

Lanzo la idea, con la esperanza que tenga buena acogida en Valdescorriel, e invito a los que fuimos a su escuela apoyen mi propuesta. Para terminar estas breves líneas copio el entrecomillado de Albert Camus.

"Albert Camus dedicó el discurso del Premio Nobel, en Estocolmo, a su maestro de escuela primaria, el señor Germain, y después de la ceremonia le escribió una carta muy emotiva para expresarle cuánto le debía de ese honor que acababa de recibir. "Sin usted, sin la mano afectuosa que tendió al niño pobre que era yo, no hubiera sucedido nada de esto... Sus esfuerzos, el corazón generoso que usted puso en ello, continuarán siempre vivos en uno de aquellos escolares, que pese a los años no ha dejado de ser su alumno agradecido".

Vale la pena su lectura, dando muestras de agradecimiento.

Es de bien nacidos ser agradecidos, dice nuestro refranero, pues doy gracias a mis maestros de escuela, a D. Ángel Casquero, que con tres o cuatro años íbamos a clase a su casa, a Dª. Pilar Martínez Pérez, maestra en vacaciones de verano, a Dª. Pacita Revilla, que me preparó para ingreso y a D. Patricio López Redondo, de todos ellos tengo una gran recuerdo. Gracias