Desde que en 1476 los Reyes Católicos concedieran a Zamora el privilegio de organizar una gran feria, la de Botiguero, como premio al valor de sus gentes en la Batalla de Toro, si por algo se han caracterizado los días grandes de la capital es por un programa festivo en el que las actividades lúdicas se hermanan con la esencia de aquella primera gran feria, es decir, con la muestra de la excelencia de los productos de la tierra y con el buen hacer de los artesanos. Ahora, a punto de comenzar San Pedro 2019, no está de más echar una mirada atrás, hacia aquellos zamoranos que festejaban los acuerdos comerciales alcanzados, los trueques y los ansiados ingresos anuales que les permitirían obtener los productos básicos para subsistir el resto del año. De ahí la fiesta, porque había mucho que celebrar.

Aquella esencia ha cambiado pese al esfuerzo de organizar año tras año ferias que ya son parte de la historia no sólo de Zamora sino del país. Nadie podría imaginar un San Pedro sin la Feria del Ajo en Las Tres Cruces, o sin la Cerámica y Alfarería Popular, la más antigua de España desde que en 1972 cuatro alfareras de Pereruela y dos de Moveros decidieran exponer sus productos, los moldeados con el barro de sus pueblos y sus manos como herramientas. Cuentan las crónicas de la época que en dos horas ya habían agotado todos sus "cacharros". Por el camino han quedado otras, como la del Vino y el Queso, pese al intento de recuperarla en 2012, o la de la Ganadería, algo incomprensible en una provincia y una capital que si de algo también presume es de sus reses, sus viñedos y sus alimentos de calidad. Lejos de reforzarse esta actividad de mercado y venta, las perspectivas bajan cada año por falta de ilusión y de un apoyo institucional que debería aparecer donde la iniciativa privada y ciudadana no llega.

No solo es necesario potenciar las Ferias de San Pedro, sino también recuperar las que se han perdido y, por qué no, dar luz verde a otras muchas que podrían responder a las nuevas ofertas de mercado, como los productos ecológicos o los alimentos derivados de las excelentes materias primas de las que disponen los zamoranos. Así, habría mucho más que celebrar. Y arrimar el hombro con las ya consolidadas, como la del Ajo, mucho más corta en cuanto a días, pero que contribuye a pintar una Zamora con ristras en los hombros, con miles de kilos de un producto que se mima y que se trenza con esmero para la ocasión. Para que en ninguna casa falte el fruto de esta planta.

A medida que se ha estancado la vertiente comercial de los días dedicados a honrar al patrón de la ciudad ha aumentado la festiva, máxime con el paso de los años y la proliferación de peñas juveniles. Hace dos años se produjo una denuncia por una agresión sexual en la ciudad en un momento en el que la sociedad ya se movilizaba en todo el país para pedir una mayor sensibilización y un "No" tajante a cualquier actitud que atente contra la seguridad de las personas, en este caso de las mujeres, jóvenes o adultas, porque la maldad no entiende de edades. El acoso hacia las mujeres es aún, por desgracia, una cruda realidad. La Junta Local de Seguridad vuelve este año a reforzar los medios para combatir cualquier tipo de abuso con los llamados "puntos violeta" en las zonas de mayor concentración de personas.

Quedan por delante diez días en los que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado trabajarán codo con codo con la Policía Local, Protección Civil y Cruz Roja para sumar. Pero toda ayuda es poca y las iniciativas ciudadanas, como las de los grupos de jóvenes dispuestos a participar en las fiestas con brazaletes que les identifiquen como personas dispuestas a ayudar a otras que se encuentren en apuros. Los episodios de violencia machista solo se pueden erradicar así, con la labor policial, pero sobre todo con una sociedad que plante cara al abusador.

Las autoridades tampoco pierden de vista otro gran problema de las fiestas, el consumo de alcohol y otro tipo de sustancias por parte de menores de edad. Un control que resulta casi imposible de llevar a cabo en la práctica y que debe estar reforzado por campañas de concienciación, desde las escuelas hasta los hogares. Las peñas, algunas de ellas con miembros cada vez más jóvenes, también son un elemento que puede contribuir a fortalecer los comportamientos cívicos de sus integrantes para cumplir no solo las normas externas sino las internas, las que ayuden a vivir la fiesta en concordia y a disfrutar de los días más esperados en la ciudad junto a los de Semana Santa.

San Pedro 2019 comienza y ojalá sean días de grandes ventas, de intercambios, de comercio tradicional para que, así, haya doble motivo de celebración. Zamora se merece recobrar el esplendor de los años ochenta, sin ir más lejos en el tiempo, cuando sus ferias eran la envidia de muchas otras capitales del país y atraían por ellas mismas a artesanos y productores de distintas provincias e incluso de diferentes países, como era el caso de los ceramistas. Conseguir un puesto en esta muestra era casi misión imposible para los que querían inscribirse por primera vez. La Feria sigue siendo uno de los atractivos más importantes, una de las citas más esperadas para los miles de visitantes que ya esperan ansiosos. La ciudad debe mantenerla viva.

Han comenzado las fiestas y hay que disfrutarlas y contribuir a que nada ni nadie las empañe.