Ya pasaron las elecciones generales. Se han escrito y divulgado muchas cosas. Pensadores y políticos dicen hacer análisis, interpretaciones, lo que se les ocurre, pero los votantes, expresamos en silencio nuestro parecer y deseo y ahí está, clarito y en números. Ahora los que quieren ganar en las triples que se avecinan dicen querer cambiar y mejorar. Veremos en qué. De momento me permito una reflexión que valió para las pasadas y sigue siendo válida, a mi entender, pues las personas normales tenemos memoria, sensibilidad y capacidad para distinguir la verdad de la mentira, la fanfarronería de la honestidad y sencillez. "Las mentiras y medias verdades en el debate de los líderes políticos, al descubierto" era el acertado titular de La Opinión de Zamora el 23 de abril. Félix María Samaniego, nacido en 1745 y muerto en 1801 nos legó esta elocuente reflexión que titula el parto de los montes. "Con varios ademanes horrorosos los montes de parir dieron señales. Consintieron los hombres temerosos ver nacer los abortos más fatales. Después que con bramidos espantosos infundieron pavor a los mortales. Estos montes, que al mundo estremecieron un ratoncillo fue lo que parieron. Hay autores (y políticos sobre todo), que en voces misteriosas estilo fanfarrón y campanudo nos anuncian ideas portentosas. Pero suele a menudo ser el gran parto de su pensamiento, después de tanto ruido, sólo viento". (Y mentiras bastantes)

Hemos tenido que aguantar en fechas pasadas y posiblemente en próximas, mensajes y contra mensajes en función de los políticos, de su ego, de su ambición, de su altanería. Vimos su llegada a los platós de las televisiones Ya los días anteriores nos llenaron la cabeza de pájaros, preparaciones, periodistas de toda clase para tertuliar, presentadores estrella, sorteos hasta para la hora de llegada e intervención. Todo para ellos. España flipa. Ritmos, cronómetros, trajes, asesores, dinero y más dinero invertido para los grandes debates, trajes, equipos de trabajos, politólogos, periodistas de postín, dinero y dinero gastado. Todo estudiado para embaucarnos, cada uno a su estilo. No basta con llenarnos los buzones de sobres y papeletas inservibles, que también nos llenan la cabeza con mensajes sonoros. Y al final como muy bien tituló este periódico Mentiras y medias verdades. Generalidades. El pueblo, los votantes todos queremos, debemos saber, qué quieren hacer y cómo. Sin engaños, ni falacias. Lo que no podemos es permitir que se nos digan mentiras. Si uno dice que no va a pactar con otro pues que sea verdad y si otro dice que él no pactará con ese, con eso, pues que ninguno de los otros participantes lo pongo en duda. Si juegan a la mentira y juegan, estamos perdidos. Si ya no podemos confiar en aquellos que depositamos nuestra confianza y si ellos no se sienten vinculados y obligados a cumplir estamos arruinados moralmente. Es la peor corrupción. Y en tantas comparecencias, debates, a mi entender se produce como en la fábula un nuevo parto de montes, nada, humo, y lo peor acusarse unos a otros de mentirosos. Cualquier mentira ante un público tan numeroso por parte de quienes quieren tener nuestra confianza debe de ser juzgada y castigada. Y lo mismo con las exageraciones los insultos y descalificaciones a los demás participantes. He visto pueblos en los que no hay ningún cartel de propaganda electoral. Y no pasa nada. Los votantes si saben a quién votar, sin necesidad de ver y mirar a tanta cara y tanto cara. Qué fácil es prometer cuando no se piensa o no se sabe como cumplir y qué difícil es prometer cuando si se piensa cumplir. Pienso que a todos los políticos además de prometer o jurar la constitución se les debe exigir decir la verdad, comunicar los planes de lo que quieren hacer. Y al menor renuncio, desahucio y fuera, inhabilitados para representar a nadie Mentir a la cara, insinuar que el otro miente, calumniar o difamar sin argumento claro, importante y firme es más grave a mí entender que robar dinero, que también lo es, por supuesto. La verdad sobre todo. Y nosotros electores, que por breves momentos, tendremos el poder, examinemos a quienes piden nuestro voto, en qué medida nos mienten, desacreditan, insultan, faltan a los contrincantes y podremos tener indicios de a quién votar. El 26 nos cubre una densa capa de responsabilidad a todos.