Mientras los italianos obsequiaban al jefe del Estado español, el rey don Felipe, con el himno nacional cantado con la letra de Pemán, ya sabe aquella que comenzaba así: "Triunfa España, los yunques y las ruedas?", pues esa, en España, Pedro Sánchez, presidente en funciones del Gobierno aunque no lo parezca, se ha dedicado a recibir a la oposición. El lunes, marcando diferencias con el resto, al líder del PP y de la oposición, Pablo Casado, hora y pico. El martes, cincuenta minutos con Rivera y dos horas y cuarto con Pablo Iglesias que sigue arrastrándose ante Sánchez en busca de un gobierno progresista de coalición, porque Iglesias sigue alimentando con ansia esa opción que tanto le gusta.

Dado el mutismo impropio de Iglesias tras la reunión, cabe esperar que, de una u otra forma, PSOE y Unidas Podemos, unan fuerzas para gobernar España. Cosa que harán a golpe de impuestos. Hay que estar preparados porque desde Europa ya se nos ha avisado: las clases medias pueden desaparecer en España. Las clases medias y los autónomos, y los ganaderos, y los agricultores, y la España vaciada e incluso la España llena, porque a la vacía nadie quiere ir y en la llena ya no caben más.

Todos los analistas coinciden en la necesidad de entendimiento. Los líderes políticos tienen que entenderse. Eso será en otros países, porque en España, ni en la teoría ni en la práctica. Rivera, apelando a la urgente aplicación del 155; Iglesias conjuntamente con los bilduetarras, abogando por el sátrapa Nicolás Maduro; Casado que no se abstendrá en la investidura y Sánchez deseoso no sólo de salvar los muebles, sino de no perder el colchón que tanto le costó.

El que me hace no precisamente gracia es el líder podemita que pide constantemente el entendimiento entre fuerzas progresistas, como si sólo Podemos y PSOE tuvieran el monopolio de la progresía en España, esgrimiendo una razón fundamental "por el futuro de España". Que forma de prostituir la realidad. Les cuesta pronunciar el nombre propio de España, pero cuando necesitan hacer alardes o demostraciones de amor por la patria, o esgrimen la Constitución, como si fuera el catecismo, al modo de Chávez y Maduro o apelan a la necesidad de salvar España con los ojos puestos en el futuro. Y mientras el futuro llega, hala, a jod?obar el presente.

Yo no sé para qué tanta reunión si ya está todo decidido y puede que atado y bien atado a pesar de la connotaciones volátiles de la frase. El señor Guarido, por ejemplo, lo ha dejado bien claro, hará un pacto de Gobierno con Ciudadanos porque, según el primer edil de IU, la formación naranja en Zamora "No tiene nada que ver con Rivera". ¿Y eso? ¿Lo sabe Rivera? A lo mejor, aquí en Zamora la naranja se ha tornado mandarina. No sé. Afirmaciones así no conllevan entendimiento, si acaso conllevan una mayor seguridad para perpetuarse en el poder, por lo menos cuatro añicos más y, luego, si el cansancio se manifiesta tozudo, pues nada, uno se va y aquí paz y después gloria.

Lo que sí ha dejado claro Iglesias tras la reunión con Sánchez es que entrambos "la voluntad es positiva y tendrá resultados". ¡Ya está! El pacto con Podemos que denuncia Rivera es prácticamente un hecho. No sé a qué espera Sánchez para oficializarlo. ¡Ah, bueno, sí!, a que pase el 26M para que no se le espante la parroquia y así poder conseguir más cotas de poder en ayuntamientos, autonomías y diputaciones. Como ejemplo ahí está la gran deseada: la diputación de Zamora a la que todos pretenden, a ver quién es el que al final se queda con ella. En fin. Es verdad que el entendimiento es una necesidad