Los que comenzamos a trabajar a los catorce años, no nos vamos a poder jubilar a los 60. Teníamos la esperanza de poder hacerlo como los demás, pero nos han subido el listón a los 67. Se nos comunica que por razones de aumento de la esperanza de vida. La esperanza de vida no es un regalo divino o natural, es una operación matemática. La suma de los años vividos dividido por el número de los muertos que los vivieron. Como ha bajado en estos últimos años la mortalidad infantil, el resultado de esa operación arroja un resultado de 82 años de esperanza, aunque muy pocos lleguen. Alguno pensará que malditos niños sanos. Pero yo no me enfado porque los niños han sido mis mejores compañeros toda la vida.

Los que llevemos 50 años cotizados, cuando cumplamos 65, posiblemente no cobremos la pensión. Ahora dicen algunos, en campaña electoral, que es un gasto insoportable para el PIB. El PIB no es un Pobre Idiota Barrigudo. Es también matemáticas, en este caso la suma de lo producido por un país. Si extraemos de esa riqueza, cada año, un poco más, en el 2060 las pensiones supondrían el 15% del PIB. Ya me gustaría saber en qué acaba el gordo esa navidad, pero lo que sí les aseguro es que la productividad también subirá. Con lo que estaremos, matemáticamente, en mejores condiciones para soportarlas. El vaticinio de que la hucha de las pensiones se vacía, es una de las grandes mentiras. La gente se cree estas cosas porque la Verdad siempre viene de la Televisión. Pero yo no me enfado porque deseo vivir con la gente y juntos debemos comprender la razón, nada matemática, de las desigualdades.

Los que hace cincuenta años empezamos a cobrar sueldos de 7.000 pesetas, vamos a ver nuestras pensiones mermadas. Por las matemáticas, también. El cálculo de las mismas se quiere hacer por toda la vida laboral. Desde aquellos cien euros hasta nuestros días. Sin hacer muchas operaciones se advierte que calculadas así supone un hachazo al árbol de la vida cotizada. Sólo nos quedará un minúsculo tocón para sentarnos a esperar a la muerte y molestar lo menos posible. Pero no me enfado, porque soy demócrata y confío en el respeto a una Constitución que no dice eso. ¿Quién no va a saber que todo depende del número de cotizantes y de la cantidad que cada uno cotiza? Para eso: salarios dignos; prohibir las prejubilaciones que ocultan un simple cambio de plantilla y que supone el 6% del PIB; aportaciones con impuestos generales; aumentar la productividad; que coticen los 7 millones de horas extras que no lo hacen; y ayudar a las familias a emanciparse y tener hijos. Pero no me enfado, ¿quién se va a querer saltar la Constitución?

Los que llevamos tantos años cotizando a la Seguridad Social creíamos que se trataba de una cadena solidaria de hoy por ti y mañana por mí. Pero resulta que PP, Cs y PSOE han aprobado, por activa o por pasiva abstención, el adiós a la solidaridad entre generaciones. Han permitido que en la UE nazcan los Planes Paneuropeos de Pensiones Privadas. Es decir, que no confían en ellos mismos para garantizarlas y advierten que en el futuro, quien quiera una vejez sin viruela, se haga un fondo privado. Que viene a ser, matemáticamente, darles nuestros ahorros a los Bancos y esperar años a que nos los devuelvan. A nosotros. por lo visto, no nos lo devolverán. Pero no me voy a enfadar con el PP, Cs y PSOE, porque está claro que todo es culpa de las matemáticas ¿O no?