Aunque la única manera de saber si la causa independentista en Cataluña va ganando o perdiendo adeptos son unas elecciones Autonómicas, la sensación que tenemos algunos es que el Estado está perdiendo esta batalla. Tanto el Govern como los distintos partidos independentistas catalanes y las asociaciones civiles que los apoyan han tenido claro que tienen que jugar en el terreno internacional, especialmente europeo, para ir sumando apoyos. En algunos casos se han encontrado con situaciones propicias por casualidad como fue la petición de extradición que hizo el juez Llarena de los independentistas huidos y que no fue aceptada por ninguno de los países que recibieron la solicitud: Bélgica, Alemania y Escocia. En Suiza ni se intentó. En otro caso, ha recibido apoyo político importante de los partidos flamencos de Bélgica, que siempre han buscado lo mismo que intenta ahora Cataluña. A esto hay que añadir un trabajo planificado donde juegan muchos actores catalanes ya que existe un lobby catalán en todo el mundo financiado no solo por la Generalitat y las asociaciones civiles que recaudan mucho dinero sino también por el importante empresariado catalán.

Un ejemplo claro de todo esto lo tenemos en las distintas noticas que han salido en prensa estos días como son el apoyo que han recibido los políticos independentistas de 41 senadores franceses que han denunciado el trato de la justicia española a sus políticos presos. A todo esto, se suma el hecho de que el exlíder socialista francés Sr. Hamon visitará a los presos independentistas en las cárceles españolas lo que seguirá generando noticias. También ha sido un error importante el cometido por nuestro ministro de Asuntos Exteriores, Sr, Borrell, que perdió los nervios y se levantó de una entrevista concedida a la cadena Deutsche Welle News donde iba a ser entrevistado sobre diferentes temas de actualidad, entre ellos la situación de Cataluña. Un ministro debe estar preparado para estos momentos y lo que tendría que haber hecho es negar los temas y dar las razones y argumentos correspondientes. Eso es un indicativo claro de que no está todo tan controlado.

El juicio que ahora se sigue en el Tribunal Supremo sobre los responsables de todo lo sucedido en Cataluña en los últimos tiempos siempre les va a favorecer sea cual sea el resultado. Sea la condena alta o baja, van siempre a ganar cara a sus incondicionales, esos dos millones que se dicen, y frente al escenario internacional. Los mártires siempre han vendido bien en los medios de comunicación. Por otro lado, está por ver la reacción social catalana cuando se conozca el veredicto, ya que pueden ocurrir muchas cosas serias de orden público y enfrentamientos en una sociedad dividida.

También les favorece la contienda política que ya tenemos encima con tres elecciones de distinto nivel siendo la mas importante la del 28 de abril, las Elecciones Generales del Estado. Si lograse formar gobierno esa derecha, claramente ultra, que aparece en el horizonte también seguirán ganando los independentistas porque la aplicación de un 155 durante mucho tiempo sería otro impulso más para llenar el granero de votos futuros para la independencia y tendría una acogida internacional horrible ya que ahora, en ese terrero, la única solución que se respeta es la alcanzada por la vía negociadora.

Si gana la izquierda, siempre necesitaría apoyos ya sea de Unidos Podemos y de partidos independentistas en más o menos grado. Incluso si el PSOE pudiese gobernar en solitario, la única formar de intentar solucionar o atemperar el problema catalán pasa por la negociación, con las tensiones que eso conllevará a nivel nacional.

La única negociación que los partidos catalanes quieren en estos momentos no se parece en nada a la de años pasados. Ahora buscan como mínimo un nivel de autonomía que se parezca mucho a la independencia. Se sienten fuertes en todos los terrenos, tanto a nivel interno como en el panorama internacional.

Al final, para poder solucionar este problema, se necesita un cambio constitucional que permita encuadrar las pretensiones catalanas, también las vascas que están a la espera, en una nueva Constitución Española, que claro que se puede hacer pero que necesita que el país tenga mucho nivel político del que ahora carece. Pero no nos engañemos, las soluciones solo de fuerza no sirven para nada sino para desahogos de un día. El político que crea en ella se está engañando y está engañando a todos los españoles.

(*) Miembro del Foro Ciudadano de Zamora