Comentaba alguien en Twitter esta semana lo poco que le gusta la expresión "la España profunda". Le recordaban otra: "de provincias". Esa no la soporta. La España vacía, la soledad de la mitad del territorio nacional. Más tarde me topé con una siniestra total: "la España en vía muerta". Dejen de preocuparse por que no tengamos remedio. Qué más da, si ya tampoco tenemos futuro.

En Argentina dicen que "Dios está en todas partes, pero atiende en Buenos Aires". Aquí al menos lo tenemos repartido entre Madrid y Barcelona. Alguna visita puntual a Sevilla, Valencia, Bilbao. Málaga, sol y vanguardia. En la España de los campanarios, no lo busquen más que en crucifijo y estampita. Algunos pueblos ya solo tienen en pie sus iglesias.

Los artículos sobre despoblación tienen muchos datos y ninguna salida. Zamora podría ser una buena sede para un centro de estudios sobre este mal que nos aflige más que a casi todos. No de un congreso, esto no se arregla con un congreso ni con varios. "En vía muerta", palpen la gravedad del momento.

De vez en cuando se oye alguna idea, pero no nos gusta. El alcalde de Valladolid, Óscar Puente, dijo el otro día, más o menos, que más para Valladolid. Que para frenar la desolación de la comunidad, centralicemos esfuerzos (más) en la capital. Irse a Madrid es lo que se espera, irse a Valladolid siempre se consideró una traición. Quizás precisamente por propuestas como esa.

El otro día una amiga concluía una historia de intolerancia, machismo y cerrazón con la sentencia: "la España profunda". No dije nada, sorbí mi Campari con naranja diligentemente. No hacía mucho, un amigo hacía una pausa en su queja sobre lo pequeño que le resultaba Montevideo para pedirme perdón, "que tú eres de un pueblo". Hace algunos años que dejé de esforzarme en reivindicar que Zamora es una ciudad. Con el "en el noroeste, frontera con Portugal, al lado de Salamanca, cerca de Galicia, no lejos de Madrid" tengo bastante.

En un libro que compré en el JFK el miércoles, "The Happiness Project", una conocida le dice a la protagonista/autora que su proyecto sobre la felicidad no será interesante porque a ella le va bien: está muy formada, es escritora, marido y dos hijas, vive en Nueva York.

-¿Qué tienes que decirle a alguien en el Medio Oeste?, le pregunta.

-Yo soy del Medio Oeste, responde.

Pues eso. Yo soy del Medio Oeste. Voy a hacerme una camiseta.