Ya vienen los Reyes Magos o eso esperamos todos los zamoranos, que honren a la ciudad con su presencia tan anhelada en medio del alborozo generalizado por los niños de esta noble y leal ciudad. Expectación máxima que, ojalá, no se vea defraudada. Hasta ahí llego. Nada voy a decir de la exageración de algunos padres complaciendo hasta en los puntos y las comas las peticiones abusivas de sus vástagos. Un poquito de contención no les iría nada mal. Más repartida la ilusión del juguete entre los niños que no pueden aspirar a ellos. En este punto hay que romper una lanza por las asociaciones, por los colectivos que procuran hacer realidad que ni un solo niño se quede sin jugar y sin reír, que ni un solo niño vea cómo se difuminan sus sueños y los pierda irreparablemente.

Aunque yo quiero hablar de otros niños que son carne de estadística: de la infancia vulnerable. De esos niños y niñas maltratados y abusados sexualmente. Porque la violencia familiar, el maltrato físico o psíquico de puertas adentro del hogar, provocó el pasado año 6.038 víctimas menores de edad. El registro es absolutamente fiable, procede del Ministerio del Interior. Entiendo el dolor y la indignación que causa que el 2019 acabe de comenzar y ya tengamos que contabilizar una víctima, una mujer asesinada en Laredo por su expareja. La violencia machista enseguida se visibiliza, pero no así la violencia que se perpetra a diario contra los niños.

El delito sexual contra los niños y las niñas, el que se ha dado en llamar "atentado a oscuras", ha contabilizado 4.542 víctimas. Sólo con los golpes, sólo con los insultos o las humillaciones domésticas que llegan a conocimiento del Estado, en España hay un niño, una niña o un adolescente atacados cada 84 minutos. Y un menor de edad abusado o agredido sexualmente cada 120 minutos. ¡A los niños, ni tocarlos! Este ha sido desde hace muchos años mi grito de guerra contra esta forma de violencia lamentablemente no tan mediática como la que se ejerce contra las mujeres. Ni una, ni otra. Ni un niño menos. Tanto en la violencia física como en la vejación sexual. Los niños deben ser una especie protegida. Nos preocupamos mucho de ciertos animalitos y dejamos a niños y niñas, algunos de ellos bebés, en manos de auténticos depredadores sexuales, cuantas veces del entorno familiar o social.

Ojalá que los Reyes Magos, que no son ajenos al dolor y a la vulnerabilidad de la infancia, puedan traerles medidas protectoras, no para después de cometido el atropello, sino para antes, para prevenirlo, para impedir que la estadística bochornosa siga en aumento. El maltrato físico y psíquico y la violencia sexual contra la infancia es muy superior a las cifras que registra la violencia machista. Es una buena medida que maltratar o abusar sexualmente de un menor no prescriba hasta que la víctima cumpla 30 años. Pero, no sería mejor tomar algún tipo de medida que impida que eso llegue a ocurrir. Los depredadores sexuales, los pedófilos tienen que estar encarcelados. No hay reinserción que valga. Son reincidentes por naturaleza. Sabiéndolo, ¿por qué no se ponen las necesarias vallas legales?

Le pido a los Reyes Magos, que sean magnánimos con la infancia, no la del juguete, si no la otra que está tan expuesta a todo lo malo que emana de esos seres mal llamados humanos que aunque tengan un título familiar, padre, tío, abuelo, hermano, no dejan de ser seres repugnantes y protervos.