Hablaban de sus bondades, y de la gente desagradecida que no solo no se las reconocía, sino que trataba de devolverles mal por bien. Hablaban para ellos mismos, sin escucharse los unos a los otros. Hablaban para tratar de confundir. Hablaban sin utilizar argumentos suficientes para ser tenidos en cuenta. Y los que se encontraban a su alrededor no sabían a que carta quedarse, porque no entendían los ataques de uno ni los reproches del otro. Y aquella situación me hizo recordar aquel párrafo de Ramon J. Sender en "Réquiem por un campesino español": "Si el cántaro da en la piedra, o la piedra da en el cántaro, mal para el cántaro". Mal para el que escucha, para el que asiste a ese rosario de descalificaciones, porque no sabe con quién alinearse, ya que ninguno llega a trasmitirle un solo gramo de confianza.

Algunos no se han cortado en calificar la iluminación de Navidad, de la ciudad de Zamora, como de "pobre", mientras los empresarios la han tildado de "escasa", "anticuada" y "que da autentica pena"; mientras, los partidos de la oposición la han tachado de escaso compromiso, según el PP, y de improvisación y mala gestión, según Ciudadanos. Pero claro, los conceptos de pobre o rico habría que cuantificarlos, bien por el número de arcos colocados o por los cientos de miles de lamparas que lucen; y lo de anticuada pasaría por conocer con cual se está comparando, o al menos con indicar lo que le sobra o lo que le falta, porque, de otra manera no hay manera de saber de qué se está hablando. Por otra parte, el Ayuntamiento argumenta que han recibido los ataques antes de terminar la instalación, y que las criticas vienen a cuento de la proximidad de las elecciones municipales.

Pero claro, que sería de la vida si no hubiera risas y llantos, aciertos y errores, primavera e invierno. Cada uno es libre de opinar como crea oportuno, pero a ser posible argumentando, porque si no, lo que se está diciendo será como esa agua que brota de las Peñas de Santa Marta, que ya se ha evaporado antes de llegar al rio.

Hay un hecho objetivo para medir "las ganas" del Ayuntamiento en la cosa de las luces de Navidad, que es el presupuesto que ha asignado a ese fin. Según los datos publicados en este periódico, ha sido de 42.000 euros, de manera que la ratio resulta ser de 0,68 euros por habitante. Comparando el presupuesto con los de otras capitales de provincia - utilizando como fuente "De cadenaser.com " - vemos en las ratios que se obtienen que más de un 70% de las capitales de provincia se han movido en un abanico que se mueve entre 0,5 y 0,9, es decir que nos encontramos, más o menos, en la media nacional, de ahí que no parezca que el conflicto de la iluminación navideña sea achacable al presupuesto. Madrid, tiene una ratio de 0,62 y Barcelona de 0,50.

Aunque de manera minoritaria, también hay otras ciudades, cuya actividad principal es la del turismo, como Palma de Mallorca y Gran Canaria, que tienen ratios superiores a la nuestra (1,2 y 2, respectivamente), mientras Cádiz, que se las tuvo, hace un par de años, entre el discutido alcalde Kichi y los comerciantes gaditanos, ha tirado la casa por la ventana llegando a 4,8, que es, con gran diferencia, la que más dinero por habitante ha dedicado en toda España.

Si nos quedamos más cerca, por ejemplo, en Valladolid, veremos que su ratio ha llegado a 1,3 euros por habitante, pero hay que tener en cuenta que el ayuntamiento solo ha aportado el 40% de esa cantidad. En Sevilla (0,72) el 20% del presupuesto ha corrido a cargo de la empresa Caser; en Albacete (0,58) el 40% lo ha aportado la Asociación de Comerciantes; en Logroño (0,49), que es una de las ratios más bajas de España, el 20% lo ha aportado la Cámara de Comercio.

Pues eso, que de todo hay en la viña del Señor, pero, al menos, en presupuesto no nos hemos quedado cortos, ni tampoco nos hemos pasado. Quiere esto decir que el problema, si lo hubiera, estaría en otra parte, de manera que al menos debería plantearse debatir este tema antes de hacer la contratación de cada año, y en base a datos y propuestas concretas tomar la decisión que mejor pueda convenir.

En cualquier caso, hay que celebrar que la gente haya cobrado ese carácter crítico y reivindicativo, hasta ahora desconocido, pues no hace tantos años, por estas fechas se colocaban luminosos que parecían sobrantes de la feria de Abril de Sevilla y no se recuerda que, por ello, nadie llegara a rasgarse las vestiduras.

Llega la Navidad y conviene recordar que los niños y los animales quieren a quienes los quieren, y probablemente, nosotros los adultos deberíamos proponernos llegar a sentir algo parecido.