De alcohol y drogas, sin ánimo de generalizar, la juventud de Zamora va, desgraciadamente, bien servida. Por eso me parece espléndido que se tomen medidas, sobre todo desde las instituciones, para favorecer todo lo contrario, es decir, la vida sana, que no consiste sólo en hacer deporte, que también. Por la boca muere el pez, aunque ahora lo exprese en este otro sentido. Porque por la boca entra a los pulmones el tabaco y a la sangre y a todo lo demás, las drogas y el alcohol.

El Ayuntamiento ha puesto en marcha una campaña municipal contra el alcohol y las drogas, entiendo que destinada muy especialmente a los más jóvenes. Aunque los hay no tan jóvenes que también se ponen morados de lo uno y de las otras. Hay mucha droga en Zamora, a pesar de los esfuerzos constantes de la Policía Nacional que cada poco nos sorprende con brillantes servicios que ponen contra las cuerdas a los pequeños y grandes distribuidores de ese alienante veneno. Si no fuera por la Policía Nacional, Zamora estaría envuelta en una permanente neblina blanca tóxica, muy tóxica. Me da rabia cuando veo a chicos chicas, algunos todavía unos niños, por la zona del parque de la Marina, tonteando con sustancias de todo tipo que algunos desaprensivos entierran al lado de este árbol o de aquella planta. No es la primera vez que les veo remover la tierra y sacar una bolsita conteniendo lo que no tardan en chutarse. No quiero eso para los jóvenes de Zamora, de ahí que todas las iniciativas encaminadas a luchar contra ambos enemigos y a mostrarles el camino correcto a golpe de alternativas que les muevan e impliquen, bienvenidas sean.

Además, está lo de la conducción. Siempre que hay un detenido o se produce un atropello o un siniestro, rara vez no hay alcohol y drogas de por medio. Son palabras que van asociadas a ciertas conducciones temerarias por parte de los jóvenes. A las que hay que añadir el uso indiscriminado del móvil. La otra tarde, a la altura del semáforo de Alfonso IX, una joven iba conduciendo un potente coche con el móvil en la mano izquierda mientras reía. Paso in extremis entre el verde y el rojo para los automóviles. Si a alguien se le ocurre cruzar, no hubiera podido reaccionar a tiempo porque iba la mar de entretenida con la conversación. El móvil también se ha convertido en una droga que mata o que deja secuelas difíciles de superar.

Pues claro que hay que concienciar a los jóvenes. Ahora, lo que no sé es qué más se puede añadir a lo dicho y escrito, a las imágenes que en explícitos spots de televisión nos han brindado distintos ministerios del Gobierno de España. Algunas de una dureza casi diría que insoportable. Así y todo, aquellos que piensan que a ellos nunca les va a pasar 'eso', siguen bebiendo, siguen consumiendo, siguen utilizando el móvil mientras conducen o lo que es igual, siguen alimentando la estadística que arroja unos números tremendos, unos números que no se pueden tolerar. Hay tantas formas de diversión, alejadas del alcohol y las drogas. Lo que las instituciones y especialmente el Ayuntamiento tienen que hacer es facilitarles las herramientas necesarias a los jóvenes para alejarlos de ese submundo de marginación que suponen ambos enemigos, alcohol y drogas.

Y, por favor, que no experimenten con nuevas sustancias, algunas son incluso peores que las viejas conocidas. Lo saben, pero hay que recordárselo convenientemente para que no lo olviden. A partir de hoy hay que conducirse de manera más responsable.