Me llega la triste noticia del fallecimiento del pintor amigo Luis Filcer y aunque la he recibido con retraso, pues murió el 26 de julio, quiero desde aquí realizar una semblanza de un pintor errante, solitario, perseguido por la injusticia, pero a la vez solidario con los que sufren el drama de la realidad humana, algo que impregna su obra, llena de gentes solitarias perseguidas por el destino y la fatalidad. Y todo ello cargado de amor, porque en su obra siempre se identifica con los que sufren las miserias de la vida humana.

Luis Filcer, de origen judío, nació en Ucrania en 1927 y a los seis meses su familia se vio obligada a trasladarse a México para huir de las persecuciones hacia los judíos después de la Revolución Rusa. Allí ayudará a su padre en la venta ambulante a la vez que comienza a dibujar a mendigos, tenderos, e incluso bajó a una mina para retratar el sufrimiento de los mineros. A los 16 años ingresa en la Academia de San Carlos de la Ciudad de México, desde donde sería becado para estudiar en París y Roma, años de fuerte aprendizaje y toma de contacto con los pintores que se convertirán en su estandarte. Desde París viaja a Holanda y entra en contacto con la obra de Van Gogh y también viaja a Madrid donde pasará horas y horas en el Prado contemplando la deslumbrante obra de Goya hasta el punto de hacerle exclamar "¡Cuando lo vi quise seguir sus pasos!". De vuelta a su país adoptivo, pronto decide fijar su residencia en Holanda, donde vivirá 20 años, desde donde realiza viajes a los principales museos de Europa. Por estas fechas, años 70, entra en contacto con Ramón Abrantes, desconozco los motivos, lo que sí es cierto es que esta amistad hace que Luis Filcer visite en varios momentos nuestra ciudad. En una ocasión envía una carta a Ramón para anunciarle la visita y en el sobre venía una caricatura del escultor y como dirección "Abrantes, el de los gigantes, Zamora" y la carta llegó a la calle de Las Doncellas donde Abrantes tenía su estudio. El sobre era un recuerdo que siempre enseñaba a los que visitaban su taller. Luis Filcer estuvo cerca de dos meses en Zamora y se extrañó de que aquí hubiera una buena afición al flamenco, del que era buen amante y lo escuchaba con deleite. En su estancia en Madrid recorrió los tablaos, donde conoció a las más importantes figuras de flamenco de la época, a algunas las plasmó en sus lienzos, por lo que no le costó ningún esfuerzo el incorporarse a las tertulias del bar el Rocío, en la calle Pelayo, donde Agustín el Rejo dirigía el cotarro entre vino, cante y largas conversaciones hasta altas horas. A veces se incorporaban a la tertulia Agustín García Calvo, Claudio Rodríguez, Julio Mostajo, Tomás Crespo o José Luis Ratón y Mercedes, pero los que siempre estábamos en el tajo éramos Ramón Abrantes y Piedad, Titín y Sabela, Pepe el Chato, Antonio Pedrero, Feli y yo. Días inolvidables.

Por entonces organizamos los amigos una exposición de Luis Filcer en Caja Salamanca para recaudar fondos y que pudiera pagar los gastos de su estancia en Zamora. Algunos compramos alguna obra, e incluso a algunos nos regaló algún dibujo, por lo que este pintor ahora de fama internacional tiene obra en nuestra capital. Todo un lujo, pues Luis Filcer se ha convertido en un pintor expresionista de fama mundial. Además, Ramón y Piedad, en compañía de José Luis Ratón y Mercedes, realizarán un viaje a Holanda invitados por él y así conocer de cerca la obra de Van Gogh y Rembrandt fundamentalmente. Fue una de las pocas veces que Ramón salió de Zamora, junto a la visita que hizo a Baltasar Lobo en París.

Filcer se convirtió en México en el pintor de la pobreza, la injusticia y la desigualdad y retrató el drama humano del éxodo. "Pinto todo lo que vivo, más mis fantasías y demonios; soy expresionista y lo que me emociona lo pinto", afirmaba con rotundidad y añadía: "los conflictos que veo los pinto". Era un pintor cargado de autenticidad, de sencillez y de capacidad de conmover hasta el punto de convertir el color en alma desgarrada y transformar su obra en auténticos aguafuertes herencia indudable de Goya. Hoy sus cuadros cuelgan no sólo del Museo Nacional de México, sino que se encuentran diseminados por los grandes museos del mundo. He querido desde aquí recordar a un gran pintor que se ha ido, pero que ha dejado una obra impresionante testimonio de su paso por esta vida y que dejó en Zamora algo más que el recuerdo. Descansa en paz, buen amigo.