Villarrín comenzó, hace más de 40 años, a tener en cuenta, hacer valer y dar a conocer el repique de sus campanas. Esos repiques que alegran las fiestas y se complementan con una serie de toques y señales que han marcado todos los hechos que su población acogía con alegría o pena. Las campanas han sido siempre, durante siglos, auténticos latidos de la vida social de toda villa o lugar en nuestras tierras. Villarrín siempre entendió y respetó con verdadera admiración esos sonidos y un buen día, un grupo de aficionados a este repique de campanas decidió organizarse para perfeccionar ese repique, y profundizar en el conocimiento de los toques de las campanas. De igual modo sintieron la necesidad de dar a conocer a los jóvenes el significado y valor cultural de esta actividad. Si este constituyó el primer paso de la asociación, la tenacidad y la constancia de sus integrantes le ha permitido convertirse en uno de los grupos pioneros en preservar y difundir este aspecto cultural de la vida del mundo rural.

Esta labor de difusión lenta, por tener siempre que utilizar las campanas de las iglesias, le hizo soñar la necesidad de ese campanario transportable y viajero que permitiría convertir el toque de campanas en un verdadero espectáculo. Conseguido este, Villarrín, firme y tenaz en esta noble idea de fomentar y dar a conocer los toques de campanas completa su ciclo creando una escuela en la que nuevas generaciones de jóvenes de ambos sexos pueden seguir conociendo y practicando con las aportaciones que toda generación nueva suele añadir, a todo aquello que recibe.

Una vez más Villarrín ha marcado en este nueva ciclo un dato más a su fuerza creadora dentro de lo cultural y perfectamente sincronizada con su pasado cultural.

Próximamente, Santiago de Compostela recibirá a la escuela de campaneros de Villarrín Consolidando definitivamente su labor digna de todo elogio y reconocimiento.