Por si alguien albergaba duda alguna, por si alguien lo desconocía, por si alguien no lo sabía, en España y sobre todo en la Cámara Baja, manda Pedro Sánchez. No hay más cáscaras. Pedro 'el grande' de la moción, no está dispuesto a que nadie, dentro y fuera de su partido, le enmiende la plana. Pedro es el dueño del cotarro y de la situación. Además, está convenientemente respaldado por PdeCat, Bildu, Podemos, la Esquerra de Rufián y toda esa gente a la que ha retratado a la perfección José María Aznar 'el soberbio'. La verdad es que entraron a matar con lenguaje tabernario y con lenguaje mucho más fino, Aznar les atizó en la línea de flotación.

José María Aznar es historia pasada. Fue un presidente elegido mediante las urnas, por lo tanto democráticamente pero, repito, es el pasado. El presente es un presidente salido de una moción de censura. Debe ser también muy democrático pero poco edificante especialmente para el actor principal, aunque lo lleva muy bien. No se le ve incómodo salvo cuando Rivera le mete los dedos en la boca y le hace proferir, eso dijo Tony Cantó, veladas amenazas.

Fechas pasadas, el que manda en España, fue entrevistado en la Sexta, cadena afín como casi todas. En el transcurso de la misma rechazó contundentemente la reclamación del PP y Ciudadanos para acudir al Parlamento y dar explicaciones sobre su sospechosa tesis doctoral y se pasó toda la santa entrevista tratando de reafirmar su autoridad con una frase que hace pensar. Con una frase que asusta. Con una frase más propia de Fidel o de Chávez o de Maduro o de Kim Jong Un que de un presidente demócrata. "Soy el presidente del Gobierno y haré lo que quiera en la Cámara". No parece muy propio. No suena tranquilizador, ¿verdad?

Da miedo cuando un preboste de estos se toma el país como si de su finca particular se tratara y a la Cámara como su chiringuito. Esa respuesta tan poco afortunada la repitió Sánchez hasta en ocho ocasiones. Si eso lo hace Rajoy en otro tiempo o ahora Casado, lo sacan a empujones. Pero lo ha dicho Sánchez y todo el mundo a callar. Sabido es que quien calla otorga, por lo tanto los silentes están dando moral y fuerza al doctor Sánchez. Por cierto, en Europa el plagio se considera corrupción. Karl Theodor zu Guttemberg, el que fuera ministro de Defensa alemán en el Ejecutivo de Angela Merkel, tuvo que dimitir de su cargo tras ser acusado de plagiar su tesis doctoral. Para más inri se dice con insistencia que fue Moncloa quien cocinó el informé de la tesis del presidente de la moción para obtener un índice de coincidencia raquítico. Que lío.

Pedro Sánchez se reafirma constantemente y lo hace de una forma políticamente incorrecta, más propia de un dictador, de un tirano de república bananera que de un demócrata europeo. Que no se ponga muy tonto porque la Universidad Camilo José Cela, también en entredicho como la Juan Carlos, necesitaba doctores por la vía rápida para no perder los títulos que impartía y Sánchez fue uno de los beneficiados por las prisas académicas, lo digo más que nada porque lo mismo se ha tomado en serio lo de su doctorado cuando el asunto ha sido de opereta.

El que manda en España y hace lo que le da la gana en la Cámara está pasando por uno de sus peores momentos desde su llegada a La Moncloa. Como los demás, también Sánchez defiende todo lo que tenga que ver con esta cuestión de ámbito académico, con la diferencia de que a tenor de sus opiniones, los demás mienten y él y sólo él tiene la razón. Para eso es el que manda.