Hacía mucho tiempo que los españoles no disfrutábamos de un periodo de tiempo tan relajado de exabruptos como el transcurrido desde que el actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ganara la moción de censura (02-06-2018) y el 21-07-2018 en que fue proclamado presidente del PP, Pablo Casado. En el que mientras desayunábamos no nos enterábamos de ninguna nueva trapisonda de alguien relevante del PP. Ha sido un corto espacio de tiempo en el que todo parecía que estaba en su sitio. De repente los españoles sintieron la sensación de que los grandes temas de conflictividad política, como el separatismo catalán, la Memoria Histórica, las pensiones y la discriminación a las mujeres podían solucionarse.

Ha sido suficiente la elección de un nuevo presidente en el PP para que inmediatamente aparezca a todas las horas, en todos los medios de comunicación y en todas las tertulias, el tema del máster, un tema renovado que acabará con la carrera política del flamante presidente del PP. De ahora en adelante no tendrá ni un momento de resuello, poco a poco lo irán debilitando con el descubrimiento de alguna pillería y en el momento adecuado aparecerá el vídeo o la grabación que acabe poniéndolo delante de su pasado y de un juez.

El PP es el partido de Pinocho en el que todos mienten, luego, a quien le toca establecer la verdad es a los jueces, aunque esa vía es muy problemática porque de paso se lleva por delante a algún listillo "que pasaba por allí" como las tres compañeras de promoción de Pablo Casado en el curso 2008-2009 que están siendo ya investigadas por un juzgado. A ver si éste tiene más suerte que los presidentes y presidentas de la Comunidad de Madrid, Ruiz-Gallardón; Esperanza Aguirre; Ignacio González y Cristina Cifuentes, incluso la del expresidente Rajoy, aunque la verdad aparece años más tarde acaba siendo noticia de portada en los periódicos.

Los españoles somos conscientes de que la mentira es como la niebla que todo lo difumina, en cierto modo somos muy civilizados porque hemos aprendido que la mentira disfrazada es diplomacia, aunque no sea el estado moral más elevado, es lo más práctico. Lo que ocurre es que la mentira hay que engrasarla y cuando se hace de ello un modo de vida, cada vez exige poner más unto en la rueda, y a eso no estamos todavía acostumbrados.

Pablo Casado ha construido su campaña sobre dos promesas, una de imposible cumplimiento, la regeneración de su partido. Tengo encima de la mesa un recorte de un periódico de hace un par de años en el que hay 42 casos en los juzgados por temas de corrupción del PP, en esa fecha ya era vicesecretario general de comunicación del Gobierno presidido por Rajoy y salía a todas horas defendiendo la honorabilidad del partido. Los corruptos ya han recibido su castigo, han sido expulsados.

La segunda promesa ha sido montarle la gresca al Gobierno cualquiera que sea el tema que proponga, no importa si le conviene o no a los españoles. Eso ya lo está cumpliendo.

(*) Concejal del PSOE en el

Ayuntamiento de Peñausende.