Se empieza a notar, ¡y de qué manera!, el "toque" Podemos en Televisión Española. Hablaban del Partido Popular, el chocolate del loro frente a la cantidad de titulares que nos va a dar el tripartito Psoe-Podemos-Independentistas pilotando la tele pública. A ver qué coños hace Rosa María Mateos para evitar el sectarismo y ser plural, coherente y consecuente con la verdad. La última prueba de cómo manejan la podadera a su antojo la dieron el pasado sábado. La canciller alemana visitaba España invitada por Sánchez. Su quinta vez en España, en esta ocasión para mantener un encuentro bilateral. Primera parada de ambos mandatarios: Sanlúcar de Barrameda, municipio de Cádiz, de 67.000 habitantes censados que, como ocurre en tantos pueblos de España, ve multiplicada su población cuando llega el verano.

Lo que menos esperaba el presidente de la moción, al que le encantan los besos y los apretones de manos, aunque luego se las limpie asqueado, es que las gentes apostadas en las inmediaciones lo recibieran con pitadas, abucheos, gritos de ¡fuera, fuera! y ¡elecciones, elecciones! Parte de los abucheos los compartió con Merkel. No debió ser plato de gusto para el presidente de la moción. Aunque, para gusto el que se dieron los veinte comensales que participaron en el encuentro llevado a cabo en el palacio que alberga la Fundación Casa Medina Sidonia (mucho le gustan los palacios y palacetes a Sánchez. Creí que eso era más propio de la derecha fachorra española), menú consistente en croquetas de rape, cocktail de marisco con langostinos, corvina de caña a la plancha con verduras salteadas, langostinos con tomate y tiramisú casero, todo ello regado con excelentes vinos y supongo que alguna que otra cerveza en honor a la invitada.

Y mientras tanto, en las inmediaciones del palacio, los parias de la zona, la famélica legión de familias con escasos recursos económicos que pasan hambre y tienen sed de justicia, pidiendo solución a su situación de okupas. Pues bien, de todo este desagradable asunto de los abucheos y las pitadas, que también partieron de los comensales que pasaban la mañana en restaurantes y chiringuitos aledaños, Televisión Española no ha dicho ni pío. Ha tenido que ser, como siempre, la prensa escrita, y las otras cadenas de televisión, también sujetas a la línea editorial que marcan los jefes, pero más dispuestas a contarlo todo, lo bueno que le ocurre a Sánchez, pero también lo malo, las que dieran cuenta de ese mal rato que debió pasar el sonriente Sánchez.

No sé qué tal habrá negociado el plato fuerte de la visita: la presión migratoria, lo que sí sé es que está hecho un cocinillas. Al igual que hizo con Torra en La Moncloa, con Merkel y su marido también ejerció de amo de casa, como si el palacete de Las Marismillas en Doñana fuera suyo, mostrándoles jardines, el interior y toda la belleza natural de la zona. Yo creo humildemente que debía evitar esas instantáneas y darle un contenido más serio y más tranquilizador para los españoles que han visto con recelo la visita de Merkel cuya llegada se producía el mismo día en el que entraba en vigor la medida por la que Alemania puede devolver a España a migrantes que hayan pedido asilo aquí, ¡Éramos pocos y parió la abuela!