El 6 de agosto la Iglesia celebra la fiesta de la Transfiguración del Señor, una escena narrada en los evangelios: Jesús subió a un monte con tres de sus discípulos (Pedro, Santiago y Juan) y se transfiguró delante de ellos, cambiando su imagen corriente por una gloriosa, en diálogo con dos personajes fundamentales del Antiguo Testamento: Moisés y Elías. Se la llama popularmente la fiesta del Salvador, porque en esta ocasión Jesús mostró su verdadera identidad: Dios y hombre verdadero, el único Salvador del mundo. La Catedral de Zamora, por ejemplo, está dedicada a este misterio de la vida de Cristo. Por lo tanto, la denominación "San Salvador" que se utiliza en algunos lugares desde tiempos antiguos puede dar lugar a confusión: no se conmemora a un santo llamado así, sino que se celebra al Salvador, a Jesucristo.