Hubo en Zamora un rey que fue destronado por su excesiva gordura: Sancho I de León, llamado "El Craso" reinó en dos periodos diferentes; entre el 956 al 958 y entre el 960 hasta el 966 en que falleció envenenado.

Sancho había reemplazado en el reinado a su hermano Ordoño III, que falleció en Zamora en el año 956, pero dos años después fue rechazado por su extrema gordura. Fue destronado por los nobles leoneses y castellanos, a la cabeza de los que estaba Fernán González, los que nombraron rey a Ordoño IV, llamado "El Intruso" y "El Malo", cuya gobernación fue transitoria.

Sancho I acudió al lado de su abuela la reina Toda de Pamplona, a la que pidió ayuda , o más bien consejo para recuperar su reino.

La reina Toda hizo un trato con el califa de Córdoba Abderramán III para conseguir tratamiento médico del doctor Hasday ibn Saprut que consiguió curarle y devolverle la agilidad y energía de su primeros años.

El médico árabe trató a Sancho de su obesidad no permitiéndole tomar más que infusiones durante cuarenta días.

A cambio de unas plazas en las riberas del Duero, el Califa le prestó ayuda para recuperar el reino de León, haciendo huir al intruso Ordoño IV que se refugió en Asturias.

Zamora abrió sus puertas a la gobernación del injustamente depuesto monarca y Sancho tardó poco en olvidarse de su acuerdo con los musulmanes, los que pasaron a aliarse con Ordoño IV.

En el 960 cuentan las crónicas que fue cercada y tomada Zamora por Alaken que pasó a cuchillo a sus moradores y destruyó sus muros, aunque este suceso no aparece nada claro, al no conocerse los motivos ni el objeto de tal guerra.

En 966 el rey Sancho fundó el monasterio de San Pelayo en la ciudad de León, consagrado en honor del mártir cordobés San Pelayo, cuyos restos fueron trasladados por el, propio rey hasta la capital del reino de León, aunque más tarde dichos restos fueron llevados a Oviedo.

En el año 967 Sancho I terminó su reinado al ser envenenado, según las crónicas de Sampiro, en el monasterio de Castrelo de Miño por un conde rebelde llamado Gonzalo Menéndez quien dio al rey una manzana emponzoñada.