Esto del catalanismo recalcitrante es tan antiguo como la existencia de este pedazo de terreno de la geografía ibérica. Leo en un periódico de 2 de diciembre del año 1907 un comentario sobre el escándalo que se produjo en acto celebrado en Madrid, cuando el diputado señor Nougués comenzó a hablar en catalán en un momento en que se instituía el Centro Catalán en la Corte. Un delegado del Gobierno Civil impidió que don Juliá Nougués continuara hablando en un idioma que no era el de la capital madrileña en la que se encontraba.

El señor Nougués, muy enojado, visitó a los señores La Cierva y Marqués de Vadillo, protestando de la conducta del Inspector de Orden Público, al que consideraba responsable del escándalo que se produjo. Referidos señores, representantes del Gobierno de la Nación, Ministro de la Gobernación uno y Gobernador Civil de Madrid el otro, dieron al señor Nougués todo género de explicaciones, aunque éste no quedó satisfecho.

Juliá Nougués i Subirá, fue un abogado y político catalán, de ideología republicana del Partido Republicano Democrático Liberal, que procedía de Concejal del Ayuntamiento de Reus. Fue muy activo en la política catalana del primer cuarto del siglo XX.

En 1907, en nombre de su partido, se adhirió a Solidaridad Catalana y luego mantuvo buenas relaciones con la Unión Federal Nacionalista Republicana.

En 1911 presidió la Comisión de Diputados Catalanes que presentó al Presidente del Consejo de Ministros, José Canalejas, el Proyecto de Bases de la Mancomunidad de Cataluña.

Decía el diario ABC, sobre "El buen humor del señor Nougués": En el Congreso, el señor Nougués, fuerte, carácter determinado, no es adaptable, va trocando el Congreso en Casino. Decía: "Aquí no hay ministros, ni política, ni sentido común". Al fin, con una gracia pillina, exclamó: "lo que yo deseaba es hablar por hablar".

Puede que esa fuera y siga siendo la filosofía de algunos representantes de la ciudadanía, que acuden al Parlamento español pensando que están en una tertulia de casino.