El lunes, 11 de noviembre de 1918, a las once de la mañana (el once del once a las once) fueron disparados los últimos tiros de aquella guerra. Alemania aceptó sin discusiones las cláusulas preliminares del armisticio fijadas por el Consejo Interaliado de Versalles.

El 27 de julio de 1914, Austria-Hungría atacó a Belgrado con sus tropas del Danubio. Procedía de acuerdo con Alemania y ambas naciones militaristas desencadenaban conscientemente aquella espantosa conflagración.

Después de cincuenta y un meses y medio de luchas, Alemania se rindió. Había perdido sus aliados, había perdido su superioridad guerrera, había perdido su Kaiser y su mariscal Hindemburg , el viejo ídolo que capituló ante Foch, el intelectual, el director de la Escuela de Guerra de París. La inteligencia venció al sable, el espíritu a la materia fuerte.

Sin embargo, Alemania estuvo dos veces a punto de triunfar. Decían los comentaristas que Alemania se había equivocado cuatro veces. Dos de esas cuatro equivocaciones fueron de orden psicológico y dos de orden militar, y gracias a ellas, la maltrecha Entente pudo, en momentos gravísimos, restablecer la situación y recobrar el equilibrio.

Recordemos que la Triple Entente estaba formada por Gran Bretaña, Francia y Rusia.

El primer error psicológico de Alemania fue la invasión de Bélgica. Alemania no creyó nunca que Inglaterra sacaría su espada por entrar en territorio belga, pero ello determinó automáticamente la ruptura de hostilidades. Inglaterra se movilizó y prometió el aplastamiento de Alemania. Aunque Francia hubiera sido aniquilada, la lucha habría seguido y la resistencia se habría prolongado indefinidamente.

Un error militar fue en el Marne. Después de la batalla de Charleroi (Bélgica), Malike, sobrino menos perspicaz que su tío, el vencedor de Sedán, creyó que el ejército francés no existía y se expuso al ataque de flanco que Foch desarrolló.

Otro error psicológico fue la guerra submarina y el desprecio a los neutrales. El mundo vio atónito como fueron torpedeados los barcos de pasaje. La tragedia del "Lusitania" horrorizó. Los cien niños que se ahogaron a consecuencia de aquella infame hazaña son llorados por la conciencia universal. Los neutrales no callaron y el más poderoso de ellos, Estados Unidos, se lanzó a la pelea en nombre de la Humanidad entera.

Esas equivocaciones fundamentales de Alemania fueron la causa de su fracaso. Los jefes del pueblo germano creían que sus adversarios eran inferiores a ellos. Les perdió su loca presunción.