S e fue la peseta, tres cuartos de lo mismo ocurrió con las bombillas incandescentes y ahora, Medio Ambiente avisa que a partir del primero de marzo del año 2018 se prohibirá la "entrega gratuita" a los consumidores de bolsas de plástico. La normativa es la normativa y hay un Real Decreto sobre reducción del consumo de estos elementos que pretende cumplir con la normativa europea, incorporando la directiva de la UE de 2015, que obliga a informar sobre la cantidad de bolsas que se ponen en el mercado, lo que conlleva la creación de una sección de productores y un registro de los mismos.

El consumo, a veces excesivo, de este tipo de bolsas no es ninguna tontería. Los españoles consumimos 8.476 millones de bolsas de plástico cada año, lo que viene a suponer una media de unas 180 bolsas de plástico por habitante y año o lo que es igual, una bolsa cada dos días. Hay que reconocer que la mayoría de las bolsas, sobre todo las de supermercado, acaban recogiendo los detritus domésticos, para culminar su trayectoria en el contenedor más cercano a casa. Esa es su triste historia.

No nos acostumbramos del todo a que aquellos supermercados que cobran la bolsa en cuestión nos cobren diez céntimos. O la llevamos incorporada y procedente de otro súper o directamente depositamos el producto de nuestra compra diaria o semanal en el carrito ad hoc. Hay que ir espabilando porque a partir del próximo año la entrega gratuita se acabará. La cosa no terminará ahí porque, a partir de 2020 se prohibirá la entrega de bolsas de plástico ligeras o muy ligeras salvo que sean bolsas de plástico 'compostable', quedando además prohibida la entrega de las denominadas de plástico fragmentable. No tenía ni pajolera idea de que hubiera bolsas de plástico con tantas características. Lo que se puede aprender gracias a un Real Decreto.

Según me cuenta un buen amigo ecologista, el hecho de que un plástico, en este caso la socorrida bolsa, sea biodegradable no quiere decir que también sea compostable, es decir que sirva para hacer compost o abono orgánico. Al parecer la clave del asunto está en el tiempo que se tarda para llevar a cabo los dos procesos, habida cuenta de que cada bolsa utilizada tarda la friolera de 400 años en descomponerse, con el agravante de que apenas se recicla el diez por ciento de ellas. Abundando más en el asunto cabe reconocer que la utilización de las bolsas de plástico genera cada año 100.000 toneladas de residuos y 440.000 toneladas de dióxido de carbono que contaminan el planeta.

Algún día alguien tenía que tomar la decisión de acabar con este problema por lo que se puso fecha de caducidad a las bolsas de marras. Y esa fecha está a la vuelta de este año. ¿Qué haremos a partir del próximo marzo? Están apareciendo una serie de bioplásticos y materiales alternativos que ofrecen ventajas ambientales respecto a las actuales bolsas de polietileno que se han venido y se vienen empleando tradicionalmente. O pagamos o tiramos de bioplásticos. Hay que salvar al planeta Tierra como sea. Los propios humanos nos lo estamos cargando. Y al parecer, la UE se ha puesto manos a la obra ya que con algunos gobiernos del mundo no se puede contar. Lo cierto es que no tienen muy claro qué hacer al respecto para sustituir estos contaminantes. Lo mejor, sin duda, nuestra propia toma de conciencia. Si es para bien digamos adiós sin pena a las tradicionales bolsas de plástico. Pero, por favor, que previamente busquen una solución.