Puede que a estas horas ya se haya presentado ante la policía o ante la justicia la mujer que desapareció con sus dos hijos para no entregarles al marido, residente en Italia, del que estaba separada por malos tratos pero con el que compartía la custodia de los pequeños. Un juez dictó el martes pasado orden de búsqueda y detención de la esposa en paradero desconocido, poniendo resolución de momento a una historia en la que se mezclan verdades, mentiras y manipulaciones y que ha tenido gran repercusión mediática por representar un grave problema existente entre parejas separadas.

La ley es la ley, y obliga a todos por igual, aunque luego no sea así en la realidad. En este caso había por medio una sentencia concretando la custodia de los hijos. Pero, lógicamente, el lado humano del asunto, en problemas tan sensibles, siempre cuenta, y mucho. Y aprovechando la oportunidad algunos políticos se manifestaron expresando su comprensión sobre la huida de la mujer llevándose a sus hijos, entre ellos Rajoy, el que siempre apela a las leyes con la cuestión catalana y con todo, como debe ser, al fin y al cabo. Pero tras un plazo prudencial, el mecanismo de la justicia se ha puesto en marcha, aunque la desaparición de la madre con sus vástagos había sido llevada por quienes la asesoran al Tribunal Constitucional que lo desestimó al entender que no se han agotado otras vías.

Así han estado las cosas hasta que un juez ha citado a ambos cónyuges a declarar, pero solo acudió el italiano. Curiosamente, a las puertas era esperado por grupos de hombres y mujeres, con flores blancas, pero no para increparle como suele ser lo habitual en casos semejantes, sea cual sea el motivo, sino para apoyarle y animarle. Padres que están en la misma situación, según declararon algunos, y mujeres que sencillamente entienden y comparten que por encima de las desavenencias y las separaciones están los hijos, que son del padre y la madre, por lo cual y salvo casos que serán fallados por la justicia, ambos tienen el mismo derecho a gozar de su compañía dividiendo el tiempo compartido, sin maniobras ni quebrantamiento de normas contrarias al derecho natural.

Rajoy ni otros políticos, que metieron la pata, han dicho nada luego cuando el juez dictó la orden. Aunque lo que se desea y espera por parte de todos es que el asunto se resuelva positivamente, cediendo unos y otros en favor de los niños, y erradicando la madre, mal aconsejada seguramente por las conocidas asociaciones radicales feministas, esas actitudes extremas que en virtud de la aplicación estricta de la ley pudieran llevarla a la cárcel y a perder la custodia de sus hijos. Por su parte, y por el contrario, el padre ha mostrado en todo momento una disposición favorable al entendimiento con su ex pareja para que ambos puedan responsabilizarse de la custodia de los pequeños.

En cualquier caso, lo que parece evidente es que queda aun por legislar en este ámbito oscuro de las separaciones y los hijos, donde juegan tanto los sentimientos personales como el futuro de los menores. Reformar la norma del nefasto Zapatero sería la base imprescindible para ello.