N o es de extrañar, pero nada, que a Pablo Iglesias, el líder de Podemos, le cuestionan ya hasta los suyos, y que su partido, hecho de satélites diversos a cual más radical y extremista, se vea lastrado por tendencias diversas que acabarán mal, en disgregación y división. Nunca ha sabido medir bien sus fuerzas y posibilidades, y así continúa. Por no hablar ya de su penosa gestión, como cuando se opuso a un pacto que en aquel momento hubiese sido factible y seguramente beneficioso para el país, en la investidura de Pedro Sánchez, candidato del PSOE, con el apoyo de Rivera y C´s. Ahí dio su talla como estratega político, aparte de los numerosos shows protagonizados antes y después. Pese a sus ínfulas, tantas, en las ultimas elecciones generales no solo no consiguió desbancar a los socialistas como el principal grupo de la oposición, sino que se estancó en su número de escaños pese a acudir con el dudoso refuerzo de IU. Pero no cambia un ápice, aunque lo parezca, cada vez que abre la boca pone en mayor evidencia sus errores, y las encuestas siguen marcando su estancamiento.

Así, ahora, cuando después de admitir que fue injustificable la ausencia del Rey Juan Carlos en el acto conmemorativo de los 40 años de democracia, se ha salido apelando a los valores republicanos para unir España. No es que haya pedido una República explícitamente pero si implícitamente, cargando contra Felipe VI y contra la institución monárquica en general. Valiente solución, menuda unión. Basta con echar la vista atrás y ver por el retrovisor aquel régimen republicano autoproclamado tomando las calles tras ganar unas elecciones?municipales, y que quiso consolidarse años más tarde con un monumental pucherazo en las urnas, ahora descubierto y con pruebas incontestables. Cinco años de República, con numerosos Gobiernos, con una revolución comunista en Asturias, con la incipiente industria hundiéndose por culpa de la anarquía, con el odio, el enfrentamiento y la violencia imperando en las calles. A quien se le ocurre venir con estas cosas, aunque por supuesto no sea el único, y están en su pleno derecho a manifestarlo. Dice Iglesias que los valores republicanos pueden acabar con la corrupción. Si, como cuando los gobernantes de la República trasladaron el tesoro del Vita a Méjico, sin que nadie volviera a saber de lo robado. En la España de entonces había gente, mucha, con nada que perder y mucho que ganar, aunque no lo ganasen, pero ahora es justo lo contrario: poco que ganar y mucho que perder, en una sociedad hedonista del bienestar y la propiedad. Como para venir con rancias y fracasadas teorías marxistas-leninistas.

Ya puesto, se ha preguntado también el de Podemos para que queremos un Rey, a quien ha acusado de hacer el otro día el discurso de la derecha. La monarquía es una institución suprapartidista, por encima de los partidos y sus intereses espurios. Por lo demás, lo de siempre, el entreguismo de lo que la izquierda da en llamar la plurinacionalidad. ¿Y quien podría ser presidente de una nueva República española con esta clase política? ¿González, Aznar, o acaso el mismo Iglesias?. Miedo da.