El final del curso en la Universidad coincide, en el caso de los estudiantes que completan sus estudios, con las ceremonias de graduación. Es un ritual que ha adquirido cierta pujanza durante los últimos años y que se ha ido exportando, cada vez con más demanda y aceptación, al resto de niveles educativos. Como decano de la Facultad de Ciencias Sociales he asistido en el último mes a las cuatro ceremonias de los Grados que se imparten en el Centro. Empezamos con Trabajo Social el 5 de mayo y seguimos con Sociología (13 de mayo), Comunicación Audiovisual (10 de junio) y Relaciones Laborales y Recursos Humanos (17 de junio). Y el pasado viernes también tuve la suerte de presidir la ceremonia de graduación de los estudiantes de la Escuela de Relaciones Laborales y Recursos Humanos de Zamora, dado que, al ser un centro adscrito de la Universidad de Salamanca, suelo acudir a estos eventos como representante de la universidad salmantina. Por eso el agradecimiento es infinito.

Que hable hoy de este tema es por varias razones. La primera tiene que ver con los afectos. No sé si ustedes han estado alguna vez en actos similares. Imagino que sí. Como pueden imaginar, son eventos que emocionan a casi todo el mundo, tanto a los protagonistas directos, los estudiantes, como a quienes les acompañan, sean familiares, amigos o profesores. Una graduación universitaria es un día especial para todos los que han vivido de cerca o desde la distancia la formación de alumnos y alumnas. Pero sobre todo es una jornada muy emotiva para los padres, que han invertido muchas de sus energías, de sus ahorros y de sus esfuerzos personales en sus hijos, y para ellos, que han alcanzado y superado una etapa más de sus vidas. Pero también suele ser, de una manera muy especial, para los padrinos, que se sienten halagados y reconocidos por los estudiantes. Ahora bien, yo creo que una graduación universitaria es todo eso y algo más. Es también una oportunidad para hacer balance e imaginar el futuro. Y esta es la segunda razón por la que me interesa tocar este tema.

Como vengo repitiendo en estas ceremonias de graduación, uno de los retos que tienen por delante los estudiantes, indistintamente del grado que hayan estudiado, es el de inventar su propio futuro. Porque no podemos olvidar que para ellos y para cualquiera de nosotros cada día que amanece es el primer día del resto de nuestras vidas. De ahí que todos tengamos la obligación de inventar nuestro propio futuro. Y no olvidemos que el futuro es una página en blanco que hay que escribir y colorear todos los días. Ahora bien, que el contenido sea uno u otro dependerá no sólo de nuestros buenos deseos sino también de las circunstancias personales, familiares o sociales. Por eso precisamente inventar y construir el futuro es uno de los desafíos más importantes que tenemos por delante cada uno de nosotros. Siempre hay que estar atentos para superar retos importantes. Y sobre todo los estudiantes universitarios que han finalizado sus estudios, a quienes deseo toda la suerte del mundo en los nuevos retos y en las nuevas aventuras que deben iniciar en los próximos días.