La infanta Berenguela, hija de Alfonso X El Sabio, como hija primogénita, fue heredera del trono de Castilla hasta el nacimiento de su hermano el infante Fernando de la Cerda. La infanta Berenguela nació en Sevilla a finales de 1253. En las Cortes de Toledo de 1254 fue reconocida como heredera del trono; debido a la falta de descendencia masculina, Alfonso X El Sabio se planteó la posibilidad de que su hija Berenguela llegase a ser reina. En 1255, en Palencia pretendieron confirmar a la infanta Berenguela como heredera del trono, pero a finales de octubre de aquel mismo año nació el infante Fernando de la Cerda, que por ser varón pasó a ser el heredero de la corona de Castilla.

En el codicilio del testamento de Alfonso X, redactado el 10 de enero de 1284, el rey confirmaba a la infanta Berenguela, que ostentaba el señorío de Guadalajara, la posesión de todos los bienes que el rey le había concedido en el pasado y que su hermano, el futuro Sancho IV le había arrebatado.

La infanta Berenguela, que según algunas fuentes rechazó las propuestas del matrimonio del sultán de Egipto de casarse con ella, por no ser cristiano, ingresó como monja en el Monasterio de Santa María la Real de las Huelgas de Burgos; fundó en Toro el convento de Santa Clara, donde se dice que está enterrada la infanta y en el que hay una inscripción colocada junto al escudo de armas que recuerda el acto fundacional. Un privilegio otorgado por el rey Juan II de Castilla al convento de Santa Clara de Toro, atestigua que allí está la sepultura con los restos de la infanta Berenguela, así como el reconocimiento de los restos depositados en el interior de una urna, examinados en 1772. Sin embargo, existen documentos que señalan que los restos fueron trasladados al desaparecido monasterio de Santo Domingo el Real, de Madrid. No obstante, también se da por cierta la sepultura de la infanta Berenguela en el Real monasterio de San Clemente de Sevilla.

Fernando de la Cerda, al que llamaban "de la Cerda", porque nació con un pelo muy duro, como una cerda o crin, en el pecho y en la espalda, fue heredero del trono de Castilla hasta su fallecimiento en el año 1275. Como el segundogénito era el infante don Sancho, al haber discrepancias en la designación del heredero de la Corona, Sancho se alzó como rey sin respetar la voluntad de su padre y fue coronado en Toledo el 30 de abril de 1284. Fue reconocido por la mayoría de los pueblos y de los nobles del reino como Sancho IV El Bravo, pero al mismo tiempo hubo un grupo bastante numeroso de partidarios de los infantes de la Cerda que reclamaban el derecho de sucesión al trono.