La consejera de Agricultura y Ganadería, Milagros Marcos, presentó el miércoles en Zamora el nuevo Mapa de Infraestructuras Agrarias de la Provincia, con las partidas pormenorizadas que la Junta de Castilla y León va a invertir en regadíos y concentraciones parcelarias hasta el año 2020. Serán 30 millones de euros, la mayor parte, 20,5 millones, irá destinada a la modernización del canal de San José que riega la vega izquierda del Duero hasta la capital y el resto, 9,4 millones, servirá para construir caminos, desagües y todas las infraestructuras que llevan consigo las parcelaciones de fincas.

Las nuevas actuaciones en la reunificación de fincas harán que dentro de cuatro años la provincia cuente con el 85% de su superficie agraria concentrada. En el caso de los regadíos, la intervención prevista logrará que la modernización se extienda al 83% de la red de canales y acequias, según datos que manejan los técnicos del Gobierno regional.

Los planes de la Junta sobre infraestructuras agrarias, a pesar del optimismo que siempre rezuman los actos de presentación de este tipo de iniciativas, no pecan de ambiciosos, al menos en el caso de Zamora. Los procesos de concentración parcelaria que se van a abordar, casi todos correspondientes a municipios del oeste de la provincia salvo Ayoó de Vidriales, están pendientes de ejecución desde hace años y lo mismo ocurre con la actuación en la infraestructura de riego junto al Duero.

Son los propios informes de la Consejería de Agricultura elaborados por sus técnicos quienes concluyen que en las zonas con fincas ya concentradas "hay hasta un 40% más de población" y se agrupan la mayor parte de solicitudes de incorporación de jóvenes. Otro tanto ocurre en las zonas regables, donde con menos superficie de terreno las rentabilidades de las producciones aumentan.

A pesar de estas premisas, las inversiones de la Junta no son nada ambiciosas. Se echan en falta en el Mapa de Infraestructuras Agrarias las "reparcelaciones", actuaciones en los municipios que ya llevan décadas con sus terrenos concentrados. Las comarcas del Este de la provincia, donde primero se actuó con el fin de hacer rentables las explotaciones agrarias, han sufrido, debido al reparto de herencias y ventas principalmente, el proceso contrario al de la parcelación. Muchas fincas han sido divididas, perdiendo así el plus de rentabilidad que se supone a una explotación dimensionada. Esta situación es muy evidente en comarcas como Tierra de Campos, Pan y Bajo Duero, en esta última incluso más porque coincide con las zonas regables de los canales Toro-Zamora, San José y Virgen del Aviso.

La parcelación es un proceso muy largo, que necesita del consenso de los propietarios, cada vez más difícil de conseguir porque las fincas están en manos de personas mayores con menos inquietudes profesionales. Por eso, se echa en falta lo que sí había antes: la presencia más activa de técnicos y funcionarios de la Junta en los municipios con el fin de convencer a los dueños de las fincas de los beneficios del proceso. Esa sensación de abandono que se palpa en los pueblos no ayuda a acometer este tipo de iniciativas.

Por lo que se refiere a los regadíos, se echa en falta también en el Mapa de Infraestructuras nuevas iniciativas para llevar agua a zonas donde nunca la ha habido. En Zamora ya hace muchos años que no se acometen obras nuevas de canalización. Las últimas fueron las de los regadíos de Tábara y de eso ya hace muchos años. El argumento de que en los pueblos la población está muy envejecida y cada vez hay menos proyectos de futuro es, en parte, verdad, pero también lo es que la Administración tiene la obligación de facilitar las infraestructuras necesarias que posibiliten el desarrollo, y no lo hace en la dimensión que sería necesario.

Los rendimientos de las explotaciones de regadío son mucho mayores que las de secano y suponen siempre un foco de atracción para los agricultores jóvenes que, con menos terreno, obtienen mayor rentabilidad. Si, de verdad, se quiere fijar población en el ámbito rural es imprescindible poner las bases para el desarrollo económico, y los regadíos son siempre un buen camino. Ahí está en el papel desde hace décadas el plan de regadíos del Tera, que no ha sido desarrollado, a pesar de que ya lo presentó en los años ochenta el entonces ministro de Agricultura, el zamorano Carlos Romero.

Nunca ha sabido aprovechar esta provincia su ubicación privilegiada en la parte final de la Cuenca del Duero, con agua abundante. No lo ha hecho la industria y menos el sector agropecuario que se ha encontrado con la abulia de muchos propietarios y el desinterés de la Administración, que nunca ha apostado en serio por convertir Zamora en un vergel.

Si de verdad se quiere apostar por el ámbito rural y frenar el proceso de despoblación, la Administración no tiene otra opción que invertir más en los pueblos y una de las mejores opciones, sin duda, es hacerlo en infraestructuras agrarias que refuerzan el tejido social y abren la posibilidad de desarrollo. Si no se hace así, será imposible parar la sangría poblacional.