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La columna del lector

La obligación de buscar el bienestar

La existencia del ser humano debe estar presidida por el mayor nivel de bienestar posible, en función de los recursos de todo tipo disponibles, para lo cual todos y cada uno, en función de nuestras responsabilidades, competencias, conocimientos y medio debemos contribuir.

La aportación de todas nuestras potencialidades y esfuerzos, si no queremos ser parásitos sociales, con el fin de lograr el fomento del desarrollo económico y social es pues inexcusable, lo que obliga a realizar con plenitud nuestras obligaciones laborales, ciudadanas, políticas, sindicales o de cualesquiera otra naturaleza.

Los cargos electos que forman parte de los ayuntamientos y de la Diputación Provincial, como sus directivos, son los que tienen que contemplar en sus programas electorales el plan de actuaciones a acometer para alcanzar la máxima "felicidad de los pueblos", que dirían los viejos textos legales; pues sin objetivos no se cumplen adecuadamente las competencias encomendadas a los entes locales, y los acuerdos corporativos que se adoptaran lo serían sin el fundamento debido respecto a las carencias ciudadanas a las que tienen que proveer.

También los estudiosos del régimen local, de la economía, del Derecho, en suma de las ciencias sociales y técnicas, debieran enfocar sus investigaciones, fundamentalmente, sin menospreciar la ciencia básica, al conocimiento de la realidad y necesidades del territorio, con el fin de aportar ideas, modelos, teorías, técnicas, métodos, etc, conducentes a hacer que el desarrollo económico y social de nuestros pueblos sea una realidad "in crescendo".

Y, por supuesto, el tener en cuenta experiencias exitosas del desenvolvimiento del desarrollo rural es fundamental para considerarlas y aplicarlas en su caso, debidamente adaptadas a otras realidades locales; pues la experiencia enseña. De un caso de estos se hizo eco LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA, el día 29 de noviembre de 2015, pág. 24, con el artículo titulado "El ejemplo de Monleras", del que es autor el sociólogo José Manuel del Barrio; y del que me permito aconsejar su lectura a la ciudadanía que responda a la condición de tal, por su preocupación por la "cosa pública".

Marcelino Corcho Bragado (Zamora)

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