Se comentaba aquí el otro día cómo según la encuesta del Movimiento por la Dignidad era la sanidad pública una de las tres únicas instituciones que los consultados apreciaban como digna, lo que era como suponer que el sondeo en cuestión debía haber sido realizado fuera de Castilla y León, la comunidad que cuenta, casi seguro, con el peor y más atrasado funcionamiento del sistema, para desesperación de los pacientes y de los profesionales que llevan dos años o más aguantando que con la excusa del control y del ahorro la Junta rebaja cada vez más los niveles de calidad asistenciales.

Medidas torpes, equivocadas, tomadas desde los despachos, sin pisar los centros de salud ni las consultas de atención primaria de los núcleos rurales, y sin querer conocer la realidad social y demográfica de una población a la que poco consideran, según parece, entre otras razones porque entienden que el voto castellano-leonés, siempre tenido por conservador, manso y resignado, está asegurado a favor de los que gobiernan, hagan lo que hagan o aunque no hagan nada o lo hagan a peor. Una estampa habitual de cualquier pueblo, aquí mismo, en Zamora, uno de los lugares donde más se está sufriendo el caos de la consejería de Sanidad, nos llevaría, un día cualquiera, a un anciano o anciana que cuando llega al consultorio se encuentra con un médico sustituto, porque su médico, el titular, descansa por tener o haber tenido guardia, ante lo cual decide volver al día siguiente. Lo que pasa entonces es que el ordenador, en el que no aparece el historial clínico completo del enfermo, no funciona o funciona lento y mal. Al fin, consigue el volante para visitar al especialista y se encuentra con que tiene que llevarlo al centro de salud de la ciudad, porque el sistema de valijas se ha suprimido. Como en ese lugar, pese a estar a muy pocos kilómetros, no existe ningún servicio de transporte público, otro proyecto incumplido de la Junta, ha de buscar a alguien con coche que se lo lleve. Y vuelta a empezar.

Centros de salud con las salas de espera saturadas, citas con una semana de retraso, lo que origina que se acuda masivamente a los servicios de urgencias, y encima cortes en el sistema informático, que pueden durar horas, como ha ocurrido esta pasada semana en toda la región. Desde la consejería tratan de justificar el desastre asegurando que se ha debido a las modificaciones en el programa necesarias para poner en uso la tarjeta electrónica, porque Castilla y León es la única comunidad que aun no dispone de esa eficaz fórmula. Médicos, enfermeras y enfermeros culpan de la situación a un programa de fabricación casera, que al parecer es una sucesión continuada de fallos.

Y en estas se está cuando llega la encuesta del CIS, según la oposición cocinada debidamente y hecha antes de lo de Rato y la presunta trama eólica de corrupción, y resulta que da la única mayoría absoluta del PP a la región castellano-leonesa que se nota que traga con lo que le echen. Aunque puede que fácilmente el pronóstico falle y que tengan que buscar acuerdos de gobernación que supongan un cambio y una mejora efectiva, que se note, en la sanidad pública de la región.