Por primera vez desde 2013, convoca el PP Junta Directiva Nacional para reconducir sus estrategias electorales. Aunque tardía, es en principio una buena noticia para la derecha. Fue menester el batacazo de Andalucía para arruinar sus análisis sobre la idea-eje de una recuperación económica que muy pocos aprecian fuera de sus filas, así como rectificar el menosprecio aplicado a sus adversarios. Pintan bastos para todos los clásicos y muy especialmente para el gran partido conservador, que ya evoluciona de la prepotencia excluyente al llamamiento inclusivo mediante alianzas. Si las urnas autonómicas y locales de mayo ratifican la tendencia andaluza, las generales pueden ser el fin de etapa del PP en el poder. Maquiavelo sigue teniendo razón: la única respuesta inteligente a la desintegración del ejército es "ritornare al segno", reagruparse bajo la bandera.

Algunos candidatos a baronías territoriales reivindican aún la conveniencia de ir a su bola, pero a la Junta Directiva no le queda otra que contemplar el paisaje con mirada unitaria. Ya no sirve el mensaje de unidad sobre el "dogma" de la salida de la crisis. No puede funcionar cuando en la percepción ciudadana es peor el remedio que la enfermedad. Bastan algunos ejemplos entre muchos de parigual elocuencia. El atroz desempleo y los errores de la reforma laboral no se redimen contabilizando nuevos empleos-basura (pobres con trabajo) que ni siquiera llegan a la mayoría de los parados. El gobierno predica la bajada de la factura eléctrica cuando el ciudadano la paga más cara un mes tras otro. Los carburantes no bajan -incluso suben- cuando el precio del petróleo sigue en mínimos. La sanidad pública tiene un pie en el abismo y lo sufren los enfermos entre invocaciones de mejora. Etcétera.

Rajoy habla por primera vez de rectificar la "realpolitik", y parece sincero. Otros se lamentan de la deficiente comunicación de los logros, como si el problema fundamental no estuviera en la gestión comunicada y la antipática propaganda de los portavoces. Quedan menos de dos meses hasta el 24 de mayo y estas graves contradicciones no se resuelven en días. El zafarrancho de combate no depurará las causas pero puede clarificar la contienda. Sería lo más positivo en esta coyuntura de confusión y crisis, cuando el llamado "partido atrápalotodo" concreta listas de auténticos desconocidos con "partidos instrumentales" que tal vez no sobrevivan a la hora de repartir la cuota de poder ganada en las urnas. Pero son los que aportan novedad, un valor en alza meteórica frente al más de lo mismo en las filas conservadoras. Un mal resultado en mayo prologaría la evacuación en noviembre.