Durante los últimos años uno ha mirado el panorama y la realidad del país como el que mira una película en la parte de atrás de un cine de gran capacidad. Las noticias, como los sonidos de la película, te llegan con cierto retardo cuando el siguiente fotograma ya está en la pantalla. Como espectador, a mitad del guion la película te aburre, después te cansa y al final te mosquea. Y es mosqueo, sí, esa sensación que los burros sementales sienten cuando las moscas cojoneras revolotean sus pelotas, la que últimamente me invade por las mañanas. Como cada amanecer, desde que hace ya 5 años Harvard me ofreció la oportunidad de venir a EE UU, enciendo mi ordenador y con La Opinión-el correo de Zamora como página de inicio, le meto mano al primer café, por llamar de alguna manera al agua de castañas que hacen los americanos. Tal vez añorando el buen café alistano que por años de tradición de contrabando se toma en la comarca, me sumerjo en secciones para acabar en comarcas y ponerme al día de lo que pasa en la tierruca gracias a la pluma de mi gran amigo y apreciado Chany Sebastián. Noticias de bodas, de inauguraciones, riadas, tormentas, ataques de lobos, romerías, accidentes, política, incluso yo he sido noticia varias veces; pero últimamente hay tres noticias que me tienen mosqueado, la primera el aumento brutal del paro en la comarca, la segunda el incremento en decesos y la tercera las fiestas patronales de los pueblos.

El porqué de mi mosqueo es muy claro y espero despejar las dudas. Antes aclarar que todavía mantengo padrón en la tierra por lo que mi opinión es la de un alistano desterrado, que no exiliado. Al ajo, recientemente un pueblo de Aliste fulminó por sus fiestas patronales unos 25.000 euros. Un par de semanas después, los camiones cisterna surtían las necesidades más básicas de sus vecinos sin suministro de agua potable. Cualquiera ante semejantes y contradictorias noticias pudiera pensar, ¡la gente de este pueblo es gilipollas! Yo de hecho no lo pienso, estoy convencido y voy a justificar mi palabrota. Sin levantarme de la silla pude comprobar que el padrón municipal no asciende de 100 habitantes y por tanto una cisterna de agua al día es más que suficiente para dar de beber, cagar que lo hagan en el corral de toda la vida, no vayamos a gastar agua en lujos. Pero ¿cómo es posible?, si la primera noticia hablaba que más de mil personas asistieron a la verbena y que muchos forasteros y veraneantes disfrutaron de las grandes fiestas. Mi primer pensamiento ¡joder! ¿qué enrollados los de ese pueblo, no? prefieren cagar en el corral que prescindir de un orquestón. Segundo pensamiento, ¡pero pedazo de morro que se gastan los forasteros que se vienen a hacer botellón al pueblo y claro a falta de agua, le bajan dos tablas a la cuba del abuelo! y tercer pensamiento, mi gente se ha vuelto loca o yo estoy como un cencerro y ante mi bipolaridad me metí al tema más de lleno.

Cuando se analiza este sin dios con detalle, uno llega a la conclusión de que se debería meter a todos los alistanos en la cárcel, en el «manicomio», mandarlos a la escuela o mandarlos a tomar... La realidad: en lo que va de 2012 los ayuntamientos alistanos se han gastado en parranda un millón de euros (166 millones de pesetas) del dinero público de los contribuyentes alistanos. La cifra llegaría al doble si se mete en el saco lo que las comisiones de festejos recaudan, pero eso no es harina de este costal... o tal vez sí. A uno, el cerebro se le revuelve en el cráneo como el estómago en la barriga, por la ingesta del tradicional botillo del año nuevo alistano, tras la resaca de nochevieja. ¡Un millón de euros en juerga!, los pueblos sin agua, la comarca con una tasa de paro que asusta, servicios sanitarios de otra época, ausencia de bomberos, seguridad ciudadana que brilla por su ausencia, un 75% de personas mayores de 65 años, escasez de proyectos empresariales, falta de banda ancha de Internet y sin perspectiva alguna para la poca gente joven que allí queda. Todo esto desde la distancia, como en la sala de cine, te confunde y el retardo genera eco y el eco regresa para golpearte y despertarte entre el aroma artificial del café americano. Volviendo a las noticias de Chany, uno puede ver «castillos hinchables» y trenes de la bruja llenos de niños y verbenas con cientos o miles de jóvenes. ¡Algo no me encaja!

Casi a diario hablo con mis padres por teléfono (una ronda y el otro pasa de los 80), en casa no tienen el lujo de la banda ancha entre otras cosas, porque no llega al pueblo. Por las fiestas patronales les pregunté ¿qué tal las orquestas? (yo he sido músico de verbena y siempre pongo interés en saber de las que vienen a tocar). Me respondieron que habían estado sentados al fresco hasta la 1 de la mañana como cualquier otra noche de verano con los pocos vecinos que en el barrio quedan, y después para la cama. Pero entonces ¿no fuisteis al baile? les pregunté ¿cuándo nos has visto a nosotros ir al baile? me respondieron. Y es verdad, ni ellos ni la mayor parte de la gente mayor que todavía reside en el pueblo van al baile de la orquesta, entre otras cosas porque comienza a la 1 de la mañana. Hice memoria de mis 15 años como músico y pocos mayores pude ver en las verbenas alistanas, pero sí pude comprobar cómo varios cientos o miles, como bien cuenta Chany, llenaban las plazas.

Entonces, si la gente que reside y paga impuestos en los pueblos, no va al baile (75% de los empadronados con más de 65 años) y en los pueblos no hay niños de familias residentes, ¿a misa de qué en toda la comarca los ayuntamientos se gastan un millón de euros en dar juerga a gente que no cotiza ni un solo céntimo en el pueblo; y dar diversión a niños que su primera lengua es el euskera, el catalán o no distinguen el «mire usté» con el «mire ezque»? Muchos de los forasteros y veraneantes ni siquiera viven en la comunidad autónoma con el añadido gasto económico, sanitario y social para los ayuntamientos, que han llegado al absurdo de cambiar las fiestas patronales para hacerlas coincidir con ellas fechas de vacaciones de éstos, sin tener en cuenta, por ejemplo, si la cosecha está terminada, o si los pastores han bajado ya de la sierra con las cabañas y también disfrutar de sus más que merecidas fiestas. Para más colmo los hay que hasta se quejan de que las fiestas no son lo suficientemente buenas como las de «Mondra» o Leganés; que por qué los ayuntamientos no limpian la basura del día después, que las ovejas huelen mal y que el canto de los gallos o el «orniar» de los burros despiertan a los niños de madrugada y vaya autoridades que no hacen nada al respecto. Toda esa gente que se acerca a pasar las fiestas en los pueblos, podría pagar de su bolsillo las fiestas que al fin y al cabo, para ellos y para sus hijos son, a mis viejos que allí han vivido toda la vida ni les va ni les viene y como a ellos a la mayoría.

Ante tanta estupidez y sin sentido te hierve la sangre, y escribir la mala «ostre» que escupe mi boca al hablar, es lo mínimo que uno debe hacer en la distancia. Con un millón de euros, al año, a mí se me ocurre que se podría dar empleo estable y temporal a unas 60 personas para trabajar en asuntos relacionados con la comarca y así mejorar los servicios sociales, tales como comedores, cura, asistencia médica, mejora de redes de abastecimiento, carreteras, fomento empresarial, en definitiva lo que la gente que allí vive necesita y en mejorar el futuro poco halagüeño que de reojo nos espera. Los ayuntamientos además tienen la infraestructura y el dinero de las partidas convencionales. Esto es tan solo del despilfarro que sin sentido se fulmina en fiestas para quienes en el pueblo no cotizan un céntimo. Con un millón de euros, al año, cada cual que haga acto de conciencia de en qué preferiría gastarse la pasta, si en dar juerga a los del verano o en pan para los míos, y más ahora que el pan empieza a venir integral y de centeno. Ya se lo escuché decir a la tía Julia Chimeno que en paz descanse, «el que quiera fandango que lo traiga en la mochila». Hay quien dice que Aliste está muerto, yo creo que no. Aliste como Blanco Herrera, no está muerto, está de parranda.