Los «siete minutos de terror» del Curiosity se viven cada día en millones de paritorios de todo el mundo, a veces en habitaciones destartaladas, sin sábanas limpias, agua corriente o condiciones sanitarias. Cada segundo, aproximadamente, nacen tres niños en el mundo. Vale decir que abandonan la nave nodriza y aterrizan en esta suerte de Marte que llamamos Tierra. Una vez en ella, comienzan a desplegar, como el Curiosity, todo su aparataje (piernas, brazos, orejas, ojos, nariz, etc.) y enseguida, como a partir de los dos años de edad, comienzan a enviar información verbal, visual, olfativa, táctil, etc. Lo que no sabemos es a quién la envían.

El proceso por el que el Curiosity ha llegado a Marte se parece mucho, increíblemente, a aquel por el que un niño (o niña, otro maldito fallo del genérico) aterriza en la Tierra. Quiere decirse que somos robots. De entre todas las hipótesis acerca de nuestros orígenes, esta es sin duda la más plausible. La expectación que despierta el Curiosity solo se explica desde lo que metaforiza, que no es otra cosa que nuestra condición en el mundo. A efectos prácticos, ya me dirán ustedes qué vamos a obtener de esa experiencia. Las primeras imágenes enviadas por el robot se podrían obtener en cientos de desiertos de aquí abajo. En cuanto a la posibilidad de que encuentre un microbio a 500 millones de quilómetros de nuestro pueblo, no nos parece mal. Pero 500 millones de quilómetros son quinientos millones de quilómetros. No sé si nos compensa tanto gasto para visitar a ese vecino que igual nos pega alguna enfermedad.

Pero la imagen de ese robot capaz de oler, de tocar, de ver, de paladear, de caminar?, es decir, la imagen de ese robot hecho a nuestra imagen y semejanza deslizándose por un suelo hostil, en medio de una soledad atronadora, esa imagen sí tiene un valor simbólico impagable, porque retrata a la humanidad en su conjunto. Aquí estamos usted y yo, deslizándonos por este valle de lágrimas, recogiendo todavía, después de tantos siglos, muestras de la tierra que pisamos, preguntándonos quiénes somos, de dónde venimos, adónde vamos. El Curiosity somos todos y cada uno de nosotros. Dios nos ampare.