Hablaba servidora ayer del parque automovilístico de la Junta y me voy a referir a un hecho sobre el que infinidad de personas han hecho recaer mi atención. El personal no es tonto, los políticos siguen creyendo que sí, que somos como niños y que nos tragamos cualquier cuento que nos cuenten. Eso era así en tiempo pasado, cuando se iniciaba esto de la democracia. Ahora hemos espabilado mucho, pero mucho, mucho, mucho. Solo que los zamoranos no somos tan reivindicativos como por ejemplo los leoneses, por aquello de que quede todo en el antiguo Reino de León y para mayor satisfacción de mi buen amigo Paco Iglesias Carreño.

En el edificio de cultura, en la Avenida de Requejo, puertas adentro de la valla que lo circunda puede leerse: «Aparcamiento reservado para vehículos oficiales». Está al completo durante el horario oficial. Pero es que a las nueve y a las once de la noche también hay que colocarle el cartel de «completo». Pueden verse vehículos de todas las cilindradas y clases sociales. «4x4», «Audis» y de ahí para arriba e incluso también para abajo. Da la sensación de que fueran coches particulares ya que no cuentan con distintivo alguno que los identifique, pero como no lo sé tampoco puedo asegurarlo.

Y aquí viene el tejemaneje que se traen los observadores del fenómeno. Si los vehículos allí expuestos al ojo crítico del ciudadano son oficiales, ¿cómo es posible que en Zamora haya parque automovilístico semejante, solo para la Junta de Castilla y León?

Y si son coches particulares, los ciudadanos se encienden y se cabrean porque piden que los estacionen como los demás, es decir, en la vía pública si no cuentan con garaje. De ser así, se dicen, yo estimo que con razón, hay que acabar con los privilegios y más en estos tiempos. O aparcamiento oficial para todos y a resguardo de los cacos o todos en la calle, como así hacen aquellos a los que no les queda otra.

Hay que ser muy cuidadosos en materia tal al igual que en otras materias. No se puede ir como elefante por cacharrería por formar parte de la nómina de un estamento oficial. Igual que el presidente del Gobierno se va a cargar a miles de «laborales» de la Administración pública, los ciudadanos también se pueden cargar por el decreto que proporcionan las urnas a los mandatarios. Cuando llegue el otoño que «Candy y Tocho» prometen caliente, muy caliente, abrasador, lo mismo salen a relucir a niveles más altos estas y otras cuestiones que entiendo no sentarán muy bien a los responsables de consentirlas.

No está España para cobijar excepcionalidades de ningún tipo, como no está para conceder privilegios a nadie. Porque si una cosa debe enseñarnos la democracia es que nadie es más que nadie, aunque algunas personas opositan en política para toda la vida con las consecuencias indeseadas de servidumbres y otros menesteres que todos conocemos. Lo mejor, lo adecuado es la alternancia, la limitación en los mandatos y en los cargos. Sería una de las formas más aconsejables de evitar a los responsables de los distintos partidos políticos que les pongan la cara colorada por los hechos perpetrados por esos indeseables que todo partido tiene entre sus correligionarios y que, lejos del castigo, se les premia, para más regodeo, por elevación.

Habría que echar un vistazo a esta denuncia ciudadana en concreto de la que hoy me hago eco. Es una forma de servicio al ciudadano. De nada.