Mucho me temía, amigos míos, que esta saga no iba a quedarse en un paupérrimo artículo sobre el desaguisado que está preparando el flamante presidente de los empresarios zamoranos, señor Herrero Magarzo, en la organización empresarial.

Después de la incorporación de la trabajadora despedida, por cierto, de baja por ansiedad en la actualidad, los otros tres empleados quedaron enfrascados en una guerra judicial por defender sus derechos, la verdad y la realidad de la situación anómala que vive la CEOE en manos de un presidente que hace propia una organización que es todos los empresarios zamoranos y que la dirige a golpe de capricho, o en algunos casos, por impulsos infantiles más que empresariales.

El Juzgado de lo Social fue tajante en su decisión indicando que los despidos eran improcedentes y que las condiciones económicas no eran el motivo para afrentar ese linchamiento social masivo e injusto a los trabajadores. Es decir, que esa auditoría, a la que tanto se refería el susodicho presidente para justificar los despidos, o no la había entendido bien o se la había mandado realizar al bombero torero, con todos mis respetos para el comediante taurino, que seguro, y visto lo visto, no sería tan mal presidente de la CEOE zamorana. Dicho más clarito, que el Juzgado de los Social ha dejado al señor Herrero Magarzo como a Cagancho en las Ventas. ¡Qué vergüenza! Dará explicaciones, espero.

Después de más de seis meses luchando en una guerra de guerrillas personal con los empleados malintencionadamente despedidos, mano dura con los que siguen al frente, zapatilla a la trabajadora reincorporada, malestar y enfrentamiento con los dirigentes de Azeco por no respetar su autonomía, revanchas al más puro estilo «western», más un largo vía crucis de situaciones dantescas (empleados antes «non gratos» ahora son «molto gratos», como diría mi amigo Paladinni)? Nos lleva a la conclusión de que nuestro presidente o no está preparado para situaciones empresariales de riesgo y rigor, o tiene unos intereses desmedidos por aguantar en el puesto o su estado de lucidez no es el más óptimo en estos momentos. Y digo esto, porque la broma, capricho, chorrada o como Uds. quieran llamar, le va a costar a los empresarios zamoranos la friolera de unos 70.000 euritos del ala, que no es broma en épocas de crisis y contención del gasto. Todo ello, y lógicamente, en salarios de tramitación, pagos a la Seguridad Social, pérdida de subvenciones por la sinrazón de despedir a una trabajadora cuyo costo laboral estaba totalmente subvencionado, abogados, etc., etc., etc... Y no voy a incluir, que se podría, el coste económico del añito que, el antiguo secretario general, se ha tirado con la escopeta matando moscas desde que se le relevó del puesto, que podrían rondar otros 40.000 euritos y solamente 250.000 insectos, porque Luis de Luis de puntería ha andado poco fino. Si se sumasen todas las cantidades, se podría observar que se han despilfarrado una suma nada despreciable, toda ella en balde, para llegar al mismo punto de partida del que el presidente partió cuando comenzó esta cruzada, y la conclusión final determinaría que si fuera un gerente de cualquier empresa de España y prepara el potaje (ya que estamos en Pascua) que señor Herrero Magarzo ha cocinado, está de patitas en la calle al día siguiente, y de manera procedente seguro. Y no por motivos de gusto propio, como los que él había querido disfrazar en sus actos, sino por incompetencia empresarial pura y dura. Y si lo hiciese en cualquier organización empresarial, social, deportiva o de la índole que fuese, pues me temo que los dirigentes que le acompañasen en su Junta Directiva le pondrían ese «puente de plata» para que pasase de la presidencia empresarial a la de su comunidad de vecinos, con el riesgo que supondría para el pobre portero o la señora de la limpieza, eso está claro.

Y que nuestro presidente no busque culpables de este «fregao» en el que se ha metido solito, sin venir a cuento, sin razón ninguna, con mentiras y faltas de respeto a algunos colegas de organización y con una falta profunda de rigor profesional y económico de la situación. Y lo peor de todo, sin mano izquierda ni tacto. Así que, por dignidad, categoría y saber estar, creo que la silla presidencial debe de moverse, para que algún miembro de la Junta Directiva actual tenga la oportunidad de arreglar este desajuste y encauzar la organización por la senda del saber estar y la conciliación. Eso sí, el bueno del señor Andrés Tamame, encargado del Área de Desarrollo y Tesorería, no será el que lo haga, ya que aunque no le guste hacerlo público al presidente, lo mandó a hacer gárgaras hace días. Y es que, todavía queda gente que le pesa mucho lo del «dime con quién andas ...».