De tapas en Zamora sabemos mucho, aseguraba a su invitado un paisano asiduo del tapeo. Seguramente en un arrebato de entusiasmo por estas sabrosas delicadezas de la hostelería local, cierta autoridad municipal del turismo recomendaba en los folletos de propaganda «menos iglesias románicas y más tapas»; frente al tema que aburre argumentaba el anuncio que anima. Era de agradecer la buena intención del sedicente técnico, peto en el Retablo de maese Pedro se advierte que toda exageración es mala y la sabiduría popular previene contra las comparaciones inoportunas; «no empece» que diría el Viejo Profesor, recorrer la ruta del rico tapeo a la detenida visita de los numerosos monumentos románicos de la ciudad. Hay tiempo para todo demuestra con su vida Enrique Mapelli: con suficiencia profesoral escribe de tapas en su último libro «Trece gastrotemas variados». Doctor y especializado en Derecho Aéreo Internacional ha ejercido profesionalmente en altos organismos y ha firmado interesantes publicaciones sobre esta novedosa materia. Sin embargo, fue tempranera su afición a la gastronomía como rama de cultura universal. Escritor de palabra exacta y buen estilo ha explicado en centenares de artículos numerosas conferencias y algunos libros sus descubrimientos gastronómicos... (Creo recordar haber visto en el restaurante «Serafín» debidamente enmarcada, la página de un periódico con crónica de Mapelli sobre tema culinario zamorano). Nuestro inolvidable paisano Jesús Vasallo, Presidente de la Fepet, se manifestaba orgulloso por contar con el académico de Gastronomía, Enrique Mapelli; lo consideraba «un extraordinario lujo de nuestra federación de periodistas de Turismo», pues bien sabido que en la oferta turística, la gastronomía tiene una importancia principal.

Con el párrafo anterior —largo para exordio y corto para una cumplida referencia biográfica del autor— he pretendido ponderar los valores científicos y literarios del libro «Trece gastrotemas variados». Se trata de una cuidada selección de textos, sistematizada en trece temas cuyo enunciado incita la curiosidad e invita a su lectura. Son trece capítulos, algunos, verdaderos ensayos donde el resultado de una seria investigación se expresa con amena claridad. Fácilmente se adivina que el autor ha discurrido con interés y satisfacción por los secretos, la historia y la literatura del arte de la Gastronomía. Estudia las opiniones de sus clásicos y pone algunas cosas en su punto como hacen los maestros culinarios. Expone la significativa liturgia de poner la mesa y recoge y desentraña las rituales fórmulas, serias o jocosas, de bendición de los alimentos; explica la esencialidad de cocinas tradicionales —desde «pilpileando» a las papas «arrugás»— y algunos interesantes aspectos de la gastronomía en el mundo; cuenta la historia del monje que inventó el champán y pondera la rica dulcería de las monjas; y recoge un secreto de la cocina francesa que nos contaron a los de Fepet en el monasterio de Alcántara: durante la Guerra de la Independencia los ingleses volaron un arco del Puente de Alcántara, el puente con puente por nombre, y un militar francés se llevó del monasterio un viejo libro de recetas culinarias que revolucionó la siempre pretenciosa —al decir de Pardo Bazán— cocina francesa. Ya anticipa el título del libro su variedad temática, tan amplia que sería demasiado larga su relación.

«Teoría de la tapa y práctica del arte de tapear», es el título del primer trabajo recogido en el libro, que me atrevo a encarecer a nuestros hosteleros. Analiza las diferentes definiciones que de la tapa se han dado. Personalmente me parece aceptable, aunque demasiado larga además de incompleta para los zamoranos, la del Diccionario de María Moliner: «Aperitivo de cualquier clase (aceitunas o "encurtidos" ," fiambres", pescados fritos... o cualquiera vianda ligera y apetitosa) que se sirve para acompañar las bebidas». ¿Puede considerarse la tapa un aperitivo a pesar de connotaciones medicinales? La tapa no abre el apetito, lo satisface. Atribuye Mapelli a la tapa origen andaluz; lógica y seguramente acertada opinión del fundador de la Academia de Gastronomía de Málaga. El autor se confiesa feliz con las ilustraciones del libro: son originales de su padre Enrique Mapelli Raggio y de su sobrino Enrique Mapelli Gómez: La familia unida por el arte...