Nuestros políticos más veteranos rejuvenecen a pasos agigantados. No hay más que fijarse en Miguel Angel Mateos. La verdad es que el profesor Mateos luce siempre un envidiable aspecto juvenil, como si hubiera hecho un pacto con el diablo para permanecer de la guisa que todos conocemos. Sólo que su pacto no es con el diablo, sino con la vida. Ultimamente la sonrisa y la mirada del profe son más radiantes. Desde luego nada tiene que ver con la política. Ni con un puente nuevo. Ni con la posibilidad parece que firme de que la Fundación Ortega y Gasset cuente con sede en Zamora. Nada de eso ha logrado cambiar la sonrisa y la mirada de Miguel Angel Mateos. Como que se le cae la baba.

La culpable se llama, si no me han informado mal, Aitana. No, no vaya a creer que se trata de un rollete del profesor Mateos, no. Mateos es más serio que todo eso. Aitana es la nieta de Miguel Angel Mateos. Una muñequita de carne y hueso, preciosa, chiquitina, tiene poco tiempo de vida, y que logra arrancarle al abuelo no sólo la mejor de sus sonrisas, sino las miradas más tiernas. Me han enseñado el otro día una foto de móvil con el profe tirando del carrito de la nieta y de verdad, nada que ver con el concejal de la oposición al que estamos acostumbrados, ni siquiera con el profesor del Centro Asociado de la UNED. Qué tendrán los nietos con respecto a los hijos o precisamente por ser los hijos de los hijos, que no hacen otra cosa que proporcionar alegría en derredor.

Felicidades, profesor Mateos. Salud para verla crecer. La cría es una monada, no me extraña que lo tenga encandilado. En mi vida, y lo conozco hace unos cuantos años, lo había visto con tanta alegría y ya digo con necesidad de llevarse el pañuelo a los labios porque a la vista de muñequita tal se le cae la baba. Ante su presencia se transforma. No me extraña, palabra, porque la nena es una muñeca sólo que, ya digo, de carne y hueso. Otro que está a punto de babear, bueno, en su caso tendrá que esperar al mes de septiembre, o eso creo, es Pedro Roda. Su hijo se ha decidido a hacerlo abuelo y se le empieza a notar esa tontuna entrañable que les entra a los abuelos, yo creo que más a ellos que a ellas. Lo cierto es que también por Roda no parece pasar el tiempo, otro que parece haber hecho un pacto. Está como cuando llegó por primera vez al Ayuntamiento de la mano de Antonio Vázquez. Poco a poco, los hijos los van haciendo abuelos. Sólo que a diferencia de aquellos de los cuentos, estos están de muy buen ver. Felicidades también al que Jaime Campmany calificó un día de buen edil de cultura, precisamente por ser culto. Enhorabuena a ambos. Y que no se les olvide llevar el pañuelo a mano.