Presumía Enrique Tierno Galván de que tanto su pensamiento filosófico como su actitud ante la vida seguían el ideal "cínico" al estilo de los clásicos. En ese contexto pronunció una de las frases más emblemáticas de la transición política española sin rubor y con provocadora desvergüenza. "Las promesas están hechas para no cumplirlas". De haberlo dicho alguien con menos predicamento progre, ni el más grande de los paraguas que han desfilado este abril lo hubiera librado del chaparrón de imprecaciones que se le hubiera venido encima. Al proceder del "viejo profesor", la expresión cayó en gracia y más de uno que estaba "al loro", se acogió desde entonces a su protección para justificar comportamientos posteriores.

La víspera del inicio de campaña de las municipales de 2007, el presidente Zapatero, sin que nadie se lo pidiera, anunciaba en un mitin en Zamora que traía bajo el brazo un centro de producción de la multinacional tecnológica Softtek con 300 puestos de trabajo. Desde entonces, y a pesar de que los plazos iban transcurriendo sin que el proyecto se viera avanzar, los dirigentes socialistas provinciales han seguido ratificando ese compromiso que en su día Zapatero dijo respondía a "una especie de deuda que tenía consigo mismo". A ver quién es el valiente entre sus filas que sale y pone la cara para decir que Zapatero ofreció algo que no dependía de él y que la multinacional sólo contemplaba como una hipótesis más de trabajo. Incluso ahora que ya definitivamente sabemos que no se instala, en lugar de reconocer el error de vender la piel del oso antes de haberlo cazado, por muy golosas que fueran las fechas electorales, se adentran en el callejón sin salida de los subterfugios.

Se equivocan Hernández y los suyos al negar la evidencia en vez de reconocer que la promesa del líder no se cumplirá. Se equivocan con carácter general los políticos cuando hacen promesas a la ligera. Y a veces nos engañan comprometiéndose a objetivos que saben de antemano, no cumplirán. Chaves, en Andalucía, ha sido un ejemplo hasta simpático de este último comportamiento en diferentes citas ante las urnas. Sus promesas, tan peregrinas como vacaciones gratis para las amas de casa, una casa para todos los andaluces que ganaran menos de 3.100 euros al mes, paga para las amas de casa o ascensores gratis para los edificios con más de 3 pisos.

Las inversiones y los empleos no los traen los gobiernos, afortunadamente, sino la decisión y el interés de las empresas. Sostener lo insostenible es tan cínico como ejercitar la frase de Tierno. Hay promesas hechas de buena fe con la convicción de su cumplimiento y que por imponderables no se alcanzan. Esto no es especialmente reprochable si al menos quien ha incumplido lo reconoce limpiamente. Exijamos, eso sí, que a priori las promesas, también en política, se hagan para ser cumplidas.

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